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Atiborrar al fantasma de pulpo

Sobre la crisis que atraviesa el Oviedo y la trascendencia del choque en Lugo

Un fantasma se coló el sábado en el Tartiere. El espectro, con los andares de Hierro y la cara de Generelo, llevaba ya desde el derbi pululando por Oviedo, dudando sobre si acomodarse o no en el feudo carbayón. Pero en el partido ante el Alcorcón, entre torno y torno, cuando nadie se fijaba en él, con todo el mundo lamentándose de lo que se veía en el césped, vio clara su oportunidad. El fantasma, que aún no tiene nombre, se sentó cómodamente en la grada del municipal ovetense tras el gol de Pereira y heló a todos los presentes. Trajo con él un cabreo importante al oviedismo y el miedo a ver la tercera parte de la trilogía que empezó hace dos años, cuando el Oviedo regresó al fútbol profesional, y cuyo final conocemos todos. La duda es si el espíritu ha venido para quedarse o el equipo tiene la pericia de echarlo a patadas. De momento lo que es seguro es que viajará con el Oviedo a Lugo. El partido en tierras gallegas recuerda a esa madre o padre que prepara a su hijo antes de uno de los exámenes de recuperación en junio: "Cariño, yo no te quiero meter presión, pero como suspendas mañana no ves la luz del día en todo el verano". Pues eso. Después del domingo aún quedarán ocho encuentros y muchas cuentas por hacer, pero anímicamente Lugo significa victoria o muerte. En el fútbol no hay nada seguro y pocas verdades. Una de ellas es que este deporte es un estado de ánimo y caer en el Ángel Carro significará contagiar al oviedismo una depresión casi irrecuperable esta temporada. A diferencia de los dos años anteriores, el Oviedo de Anquela sí ha demostrado carácter, por tanto cabe confiar en que puedan atiborrar de pulpo a este fantasma y dejarlo enterrado para siempre en Galicia. Todo puede cambiar en un pestañear, ya pasó en el encuentro de la primera vuelta precisamente ante el Lugo, y ese factor es hoy el clavo ardiendo al que se agarran los optimistas.

Aunque motivos para el pesimismo también hay bastantes. Hubo un tiempo en el que cuestionar una decisión de Anquela era casi poner en entredicho la figura de Lángara. El técnico manifestó en muchas ocasiones su miedo a decepcionar a una afición tan especial como la del Oviedo. Tiempo le queda para rectificar, pero ya hay cierto sector con un desenganche importante, veremos si puntual, con las decisiones de Anquela. Suyo fue el mérito de cambiarle la cara hace una vuelta al Oviedo y suya es ahora la responsabilidad de la mala marcha del equipo. Anquela es demasiado insistente en factores que claramente ya no funcionan, como ese sistema que todo el mundo da por amortizado. También es curioso que un debutante como Steven tire la puerta abajo en un equipo que adolece de gol y se le mande de vuelta al Vetusta inmediatamente. Pero, como al equipo, lo que no se le puede negar a Anquela es personalidad, que es lo que hace falta para tumbar al fantasma y volver a poner el barco a toda vela. Rumbo a Lugo, donde el Oviedo no estará solo.

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