La había visto en la tele unas cuantas veces e incluso la tenía grabada en VHS, pero gracias a esas maravillosas maratones de cine que se organizaban en los desaparecidos y añorados cines Hollywood pude ver "Vértigo" en pantalla grande. Ver cine en pantalla grande es como ver el fútbol en el campo. La historia de esta película es de sobra conocida: un policía (James Stewart) que sufre acrofobia y vértigo y que está retirado del servicio es contratado por un antiguo compañero de colegio para que siga a su mujer, Madelaine (Kim Novak) que finalmente caerá al vacío desde lo alto de un campanario. Tiempo después, mientras camina por la calle, se encuentra con una mujer que le recuerda a la esposa de su compañero e intentará moldearla para convertirla en la mujer que él quiere que sea.
En España a esta película le añadieron en el título (Vértigo en el inglés original) el subtítulo "de entre los muertos" que hacía referencia a la novela en la que se basaba. El miedo a las alturas, el vértigo, es lo que parece que está atacando últimamente a los equipos que tienen la osadía de liderar la tabla de la Segunda División y así en las últimas semanas hemos asistido al liderato del Huesca, del Rayo Vallecano, otra vez del Huesca y ahora del Sporting con el permiso del equipo oscense que aún debe disputar su partido aplazado contra el Albacete. Y, de entre los muertos, ha salido el Sporting desde aquella nefasta tarde de febrero en la que acudió al Carlos Tartiere. Ocho partidos después y con un pelotón de fusilamiento cada vez menos numeroso, el aficionado sportinguista aún puede recordar aquel cuatro de febrero en el que pensó que la temporada se había acabado.
Tras siete victorias y un empate, Rubén Baraja está construyendo a su propia Madelaine e intentará comprobar si ahora supera definitivamente su Vértigo y la puede acompañar a lo alto del campanario. Sin embargo, estos ocho escalones subidos hasta la fecha no han sido del todo homogéneos y aunque tengamos la tentación de valorarlos como un todo cada uno de los peldaños se ha superado de manera muy distinta. El equipo sigue sin jugar bien fuera de casa y, excepto el partido contra el Huesca, tanto en Lorca, como contra el filial del Sevilla, como contra el Almería, este pasado domingo, el resultado ha estado por encima de los méritos contraídos por el nivel de juego. Las palabras de Jony al final del encuentro en las que decía que le parecía incomprensible que se fuera del partido con un gol y una asistencia pueden extrapolarse al juego del equipo, pero en situaciones como ésta hay que recurrir a ese tópico tan vacío y tan playu que sirve tanto para una victoria como para una derrota de "en la rula no pregunten".
El partido también nos dejó la imagen de Mariño enrabietado por haber encajado un intrascendente gol de penalti en las postrimerías del partido, un gol que pone fin a una larga racha de partidos sin encajar y que en la psicología del portero y del equipo supone también la idea de volver a sentirse vulnerables. Otra imagen es la del robo de Jony en la jugada del segundo gol, un robo similar al previo al gol contra el Rayo y cuyo mérito, más que en anticiparse al pase del defensa, estriba en la velocidad y determinación con la que el sportinguista afronta la jugada. La nota negativa la encontramos en la lesión de nuestro llanero solitario, de un Santos que tiene el doble empeño de anotar goles y de incordiar todo lo que pueda a la defensa rival. Muchas de las recuperaciones en el centro del campo son debidas al trabajo incansable del uruguayo en la presión.
Quedan nueve partidos que ahora mismo se contemplan desde lo alto de la clasificación y que el equipo debe afrontar con la humildad de no sentirse superior a ningún rival. "Memento Mori" es lo que un siervo se encargaba de repetir a los generales romanos cuando desfilaban victoriosos por las calles de Roma, "recuerda que eres mortal". Tenerlo presente es el primer paso para ganar al Reus el próximo fin de semana y demostrar que en Gijón el Vértigo se lo dejamos a Alfred Hitchcock.
