La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pablo González

El amargo sabor del chocolate romano

El ridículo del Barça en Europa contrasta con su dominio en la Liga española

Pasadas las horas aún se escuchan los ecos de los sollozos y gritos de alegría de culés y merengues tras la inesperada eliminación de Barça (y también de Guardiola) de la Liga de Campeones. Europa es cruel con sus hijos. Y mucho más cuando todo se produce en un ambiente en el que antes de jugar el partido de ida de los cuartos y la semifinal ya se apostaba sin dejar lugar a la duda de que habría final Madrid-Barça. Pero nadie contaba con la Roma desde el principio. Ya tras el sorteo en Barcelona se consideraba al equipo de Monchi con un "bombón". Un clásico hispano: menospreciar al rival. Lo mismo que en el Mundial de 2006, cuando España iba a "jubilar" a la Francia del abuelo Zidane. Derrota por 3-1 y La Roja a casita a ver a Francia jugar la final contra Italia, la del adiós de Zizou con cabezazo a Materazzi incluido.

Pero más allá de la prepotencia y la relajación con la que el Barça se plantó en el Olímpico de Roma por el resultado de la ida (4-1), está por ver qué le ocurre al club catalán, que tiene en sus manos romper todos los registros en la competición doméstica: alzar el título de Liga sin conocer la derrota. Son muchas las causas de por qué el Barça arrasa en casa y acaba haciendo el ridículo en Europa. La primera puede ser que sufra del síndrome del imprescindible. La dependencia de Messi es tal que cuando el argentino dimite (ya lo ha hecho en más de una ocasión en grandes partidos) el equipo no carbura. Luego está el fondo de armario, en el que Valverde no parece confiar, lo que le ha llevado a cargar de minutos a sus preferidos. El Barça tampoco ha dado con la tecla en los últimos años con los fichajes. De los de este año sólo Semedo salió en Roma de inicio, y no muy bien, por cierto. Dembélé aún no pita, Paulinho ha perdido protagonismo, Yerry Mina no cuenta y Coutinho no podía jugar en Europa este año tras hacerlo con el Liverpool (semifinalista sin el brasileño). Estos mimbres dan para jugar en España, pero fuera ya es otra cosa. Como los fichajes no funcionan o no convencen al entrenador de turno, el grueso de la plantilla sigue siendo el mismo desde hace varios años. Ocho de los futbolistas que jugaron y ganaron la final la Liga de Campeones en Berlín ante la Juventus en 2015 lo hicieron el martes en Roma. Y encima, La Masía cuenta cada vez menos. Sin olvidar que los rivales también juegan. Y el Real Madrid lo ha hecho este año a favor de los azulgranas, tirando la Liga en los primeros meses de competición. Sin el aliento de los blancos en el cogote, y con la clase media del fútbol español cada vez a más distancia de la aristocracia culé y merengue, el Barça ha ido sacando la Liga adelante sin problemas hasta que le ha tocado el bombón romano, que resultó ser de chocolate muy amargo. Casi del mismo sabor que el de ayer en Madrid si no llega a ser por lo de siempre.

Compartir el artículo

stats