Tequila, sal y limón en honor del Sporting de los récords. Y si los de Baraja siguen así, lo que haga falta. La racha que ha mejorado a la del mejor Sporting de todos los tiempos ha devuelto a los rojiblancos al objetivo con el que comenzaron la temporada: el ascenso por la vía directa. La exigencia vuelve a ser máxima, a la par de las expectativas de la afición, con la Mareona más en forma que nunca. Ocho victorias consecutivas es lo que tienen. La euforia viene bien después de los negros presagios de hace un par de meses, pero sin presumir que queda mucho, tal y como se encargó ayer de recordar Rubén García, el goleador en Zorrilla.

Tampoco debe caer en el olvido la advertencia que Castaño -no confundir con Juanma, el periodista gijonés que ahora reina en las noches radiofónicas del deporte español y que ha sido linchado en las redes por los anónimos aprendices de profetas de la posverdad a costa de lo no dicho sobre el penalti contra la Juve en el Bernabéu- hizo tras el partido ante el Valladolid. El exjugador del Sporting, Logroñés, Numancia, Betis, ACF... avisó en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA que el ascenso directo debe ser el único objetivo a estas alturas. Y Castaño no lanza la advertencia ante el saneado presupuesto del Sporting, la calidad de su plantilla o la privilegiada posición que ocupa. Lo dice por el negativo impacto en la moral de toda la tropa que podría tener acabar jugando el play-off. Sirva como ejemplo lo que le ocurrió al Girona después del milagro de Montilivi el año que sirvió en bandeja el ascenso del Sporting de los guajes de Abelardo a Primera.

Para evitar que la advertencia de Castaño se convierta en una negra profecía para los intereses del sportinguismo, a Baraja le toca administrar un peligroso exceso de confianza de los suyos. El técnico, que llegó a Gijón sin levantar pasiones excesivas tras el despido de Paco Herrera y que ahora va para mito local, tiene que ejercer de psicólogo. Y además, de cara al partido en Cádiz, tendrá que enfundarse el traje de gestor de grupos. Todo apunta a que Santos estará listo para reaparecer en el Carranza una vez superada su lesión en Almería. Baraja se encontrará entonces con la necesidad de tomar una decisión que puede acabar siendo tachada de injusta si la apuesta no sale bien: devolver a la titularidad a Santos, el goleador de cabecera del equipo, o seguir confiando en Nano Mesa, que en dos jornadas supliendo al uruguayo ha marcado un gol y dado una asistencia. Un bendito problema que le gustaría tener a muchos equipos de la categoría. Lo que toca es seguir sumando y, de paso, echar una mano al eterno rival. Y es que el Sporting tiene que jugar contra muchos de los rivales de los azules en la lucha por el play-off. "Cosas veredes, amigo Sancho, que harán hablar a las piedras..", hasta que parte de la felicidad del enemigo íntimo esté en manos de uno mismo.