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Mágico no estaba allí

Hace unos años el "espectáculo" del linier y de Jony en el Carranza habría pasado desapercibido

Llega un momento de la temporada en el que un partido son muchos dentro del mismo. El partido suele empezar, en estos tiempos de fútbol de horarios en los que priman los intereses televisivos, el viernes si juega alguno de tus rivales directos, que a estas alturas de la temporada y en segunda (con 10 puestos candentes) es casi siempre y terminar el lunes a última hora.

Para las personas que somos aficionadas al Sporting el fin de semana se convierte en una especie de locura en forma de cábalas sobre qué resultado conviene más en determinados partidos y este estado de enajenación mental no transitoria te lleva a desear tal o cual marcador porque puede influir en el partido que va a jugar dentro de dos semanas el Sporting. Y si esto le pasa por la cabeza al aficionado común, no quiero ni imaginar las vueltas que le darán los profesionales.

El partido del domingo en el Carranza hubiera sido muy distinto si se hubiera jugado unos meses atrás, pero lo bueno es que fue un partido que se jugó casi siempre como el Sporting quiso. La primera media hora fue de lo mejor del equipo rojiblanco fuera de casa esta temporada. Presionando y robando a la salida del balón del Cádiz, combinando en el centro del campo con Rubén moviéndose entre líneas, Nano Mesa ofreciéndose en ataque y Sergio y Bergantiños ejerciendo de Sergio y Bergantiños. Cierto que no se creó mucho peligro, apenas una incursión de Nano Mesa por la izquierda y otra de Calavera por la derecha, pero el dominio del juego correspondía al Sporting. En el final de la primera parte y la segunda el guión cambió, pero sin que el Cádiz -aparte de la parada salvadora de nuestro superhéroe particular, Mariño- inquietara la portería rojiblanca y no hay que olvidar que casi al final Isma López dispuso de una ocasión clara de gol. Un espectador imparcial, en el supuesto de que existan, imagino que hubiera encontrado entretenimiento en cualquier otra cadena televisiva o se hubiera ido a dar un paseo o incluso, y esto ya es ser osado, hubiera acudido a su biblioteca particular a buscar un libro con el que pasar la tarde de domingo; pero los parciales no tuvimos otro remedio que aguantar una segunda parte tediosa en la que un equipo, el Sporting, jugaba con la clasificación en las piernas y la cabeza y entendía que el empate no sólo era bueno por el punto que sumaba sino por los dos que dejaba de sumar el Cádiz, mientras que el otro, el conjunto gaditano, no era capaz de modificar el planteamiento conservador que lleva empleando toda la temporada y que consiste básicamente en huir del balón y esperar los espacios para que los aprovechen sus diablos de banda, Salvi y Álvaro. Es curioso como los jugadores fundamentales de estos dos equipos se parecen a lo que fueron sus entrenadores cuando ejercían de jugadores. Así la imagen del Sporting la tenemos asociada a Sergio y Bergantiños, trasuntos de Rubén Baraja en el campo, aunque con menos gol, y en el Cádiz los que marcan la diferencia son los dos extremos, rápidos y habilidosos como en su día lo fue Álvaro Cervera. Con este guión ni Steven Spielberg hubiera podido organizar hora y media de entretenimiento visual. El partido nos dejó, eso sí, dos momentos televisivos que los realizadores se encargaron de reforzar (lo que es normal porque el fútbol no aparecía por ningún lado) como fueron el choque del juez de línea con un jugador suplente del Cádiz que lo mantuvo aturdido unos minutos, y el enfado de Jony al ser cambiado. Un enfado que pudo ser contra el entrenador, contra él mismo o contra sus compañeros, pero que pagó con un botellín de agua y con uno de los asientos del banquillo de suplentes. Hace unos años, sin tantos canales de televisión y con mucho menos seguimiento mediático, el espectáculo en el Ramón de Carranza lo hubiera puesto un tal Mágico González que estás en nuestros recuerdos.

Al menos la mañana televisiva nos había reservado ver al Mavi proclamarse campeón de la Copa de la Reina de balonmano siguiendo la estela de nuestras otras campeonas, las del Hostelcur. Tenemos mucho que celebrar en Gijón con el deporte femenino.

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