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José A. Ordóñez

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Sobre la situación del Oviedo en la competición y la necesidad de ganar en Soria el domingo

La derrota ante el Valladolid desilusiona especialmente no por el resultado en sí, que entra dentro de lo admisible, sino por la forma en que se produjo. El Oviedo estuvo espeso, sin ideas y no dio sensación no ya de ganar, sino de poder puntuar ante un rival que se mostró claramente superior en todas las facetas del juego. Por no haber, ni siquiera hubo un arreón final tras el tanto de Linares. Además, inmersos ya en el tramo decisivo de la campaña, también preocupa el bajo estado de forma de algunos jugadores llamados a marcar diferencias, algo que pone de manifiesto unas carencias en la confección de la plantilla evidentes y que, contra lo que han hecho rivales directos, tampoco se solucionaron en el mercado de invierno, pese a que la necesidad de reforzar algunos puestos resulta clamorosa, al menos, desde la temporada pasada. A ello se une que, visto lo visto, Anquela no confía en la cantera para insuflar oxígeno a un equipo que parece necesitado de algún revulsivo.

Dicho todo esto, también es cierto que el equipo sigue en los puestos altos de la clasificación, gracias a la extrema igualdad que reina en la categoría, y que depende de sí mismo para entrar en promoción. El domingo a mediodía hay una nueva final en Soria, encuentro complicado en el que los azules están obligados a mostrar una cara radicalmente contraria a la del viernes pasado ante los pucelanos. Aguarda el Numancia, un buen equipo. Y aguarda, oh casualidad, el tal Pérez Pallas, trencilla cuya animadversión hacia el Real Oviedo es pública y notoria, con embarques tan burdos como el del año pasado en Tenerife y el de esta campaña en Vallecas, sólo por poner los ejemplos más cercanos. Habrá que estar atentos a los desmayos en el área azul o a los balonazos en la cara de Cristian, que, a buen seguro, serán convertidos en pena máxima por este inefable trencilla, al que uno, en su ingenuidad, esperaba que no pitase nunca jamás al Oviedo, aunque, llegados a este punto, no hay que descartarlo para el último partido de la temporada en el caso de que el equipo del jefe de la Liga no haya conseguido aún el ascenso directo.

Dicen que el fútbol son sensaciones y estados de ánimo. El ambiente pesimista que se ha instalado en el oviedismo cambiaría radicalmente con una victoria en Soria. Para lograrlo, el equipo tendrá que mejorar mucho respecto al pasado viernes y ser respetado de una vez por todas por el colegiado designado para este transcendental partido, cuya actuación va ser mirada con lupa.

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