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LNE FRANCISO GARCIA

Justicia poética con Carmona

Victoria sufrida de un Sporting más torpe en el pase y la creación que de costumbre y al que empieza a costarle controlar los partidos

A Carlos Carmona, el fútbol no le hace justicia: la mayoría de sus compañeros aparcan sus coches en las cercanías de El Molinón pero al único que le cae un árbol del Kilometrín encima y le ocasiona un chaperón es al balear. Su gol de ayer en las postrimerías, el de la sufrida victoria ante el Albacete, vale oro, incienso y mirra. Da el Sporting síntomas de agotamiento, más mental que físico, en los últimos partidos. Le cuesta salvar los resultados con solvencia, incapaz de controlar los espacios y los tiempos. Cuando los partidos se ajustan o se traban y el nerviosismo se instala en grada, Carmona suele ser uno de los paganos. Ayer, más impreciso que de costumbre, el centrocampista recibió algunos pitos. Pero apareció en el minuto 86, sacando provecho de una ratonería de Jony en un saque de banda, bien secundado por Canella, que puso a Carmona delante del portero visitante con el tiempo suficiente para ajustar un disparo que vale tres puntos importantísimos. La celebración del tanto sonó a reivindicación: "Yo estoy aquí, yo estoy aquí", pareció reclamar Carmona, después de señalarse con un dedo la garganta y dibujar con sus manos ante la cámara un corazón. Baraja, cocinero antes que fraile, le sustituyó en el descuento para que recibiera el reconocimiento merecido de la grada. Sin ser mayúsculo, ese gol permite no perder la estela del ascenso directo.

El Sporting tardó media hora en entrar en el partido y adoleció de fluidez. La incómoda presión de los manchegos a la salida del balón y la circulación rojiblanca, añadida a la permanente pelea con los centrales de Zozulia, un molesto tábano, hacían presagiar un partido de ésos que te salen rana cuando vas disfrazado de príncipe.

Ausente el costado derecho, con un Calavera sorprendentemente agazapado en labores defensivas, todo el poder atacante basculaba por la banda de Jony y Canella, muy activa toda la tarde y una vez más salvadora de una victoria tan apurada como absolutamente merecida. Si bien quien tuvo la mejor opción de adelantarse fue el Albacete con un cabezazo de Morilla, sorprendentemente sólo entre los centrales del Sporting, que atajó Mariño a una mano, en el milagro habitual de todos los domingos. Después sería el cancerbero albaceteño, Nadal, el que se vestiría de Mariño, con paradón a Rubén García que a continuación desbarataría el inevitable Zozulia sobre la línea después de que Bergantiños y Nano Mesa se estorbaran.

Se había mostrado hasta entonces el Sporting impreciso en el pase, sobre todo Bergantiños y el inevitable Carmona. Y en ataque no había manera de meterle mano a la defensa de cinco del Albacete. Hasta el filo de la media hora, en la que Jony, muy motivado tras una semana movida, se saca un disparo que desbarata Nadal, con tal suerte que el balón retorna al cangués, que lo deposita mansamente en la red. Cuando parecía que el Sporting se iría al descanso con una victoria por la mínima, Jony comete un penalti muy riguroso que sirve a Dani Rodríguez para rascar el empate, engañando a Mariño. Era el minuto 43 y había que volver a remar de nuevo, con la mitad del tiempo consumido. Regresó el Sporting reactivado de la caseta hasta el punto de encadenar ocasiones para matar el partido, dos de ellas muy claras amañadas por las botas de Jony, otra vez el más destacado. Una se la puso a Nano Mesa en la cabeza con su pierna mala, pero el remate del canario se fue a las nubes. Otra, con la zurda, medida a la testa de Carmona, también acabó por encima del larguero. Pudo desigualar la contienda Pablo Pérez en el 81, pero su disparo, franco, chocó con un defensa y se precipitó al larguero.

De ahí al final, lo ya sabido: un balón que sale por la banda, sin tiempo para que el Albacete se coloque, permite a Jony dársela con queso a los manchegos; lo pasa a Canella adelantado y sobre la misma línea el lateral zurdo lo vuelca al centro del área, donde Carmona, en un ataque de justicia poética, acierta a reivindicarse, una vez más.

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