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El ascenso directo ha muerto: ¡viva el play-off!

Se le atribuye a Groucho Marx la frase de "estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros". Lo cierto es que esa frase la pronuncia Chico Marx disfrazado de Groucho en una escena de la película "Sopa de ganso", película cuyo guión está escrito, entre otros, por Arthur Sheekman, un crítico teatral reconocido al que Groucho definía como "el ingenio más rápido del Oeste". Y parece ser que ni siquiera es una frase original, si no que se debe a una tira cómica aparecida en un periódico neozelandés de finales del siglo XIX. Y sin embargo ahí vamos todos con el mantra de que la frase se debe al señor del bigote y el puro.

A partir de ahora esta frase, pero con modificaciones, debemos grabarla a fuego en nuestra cabeza los aficionados rojiblancos: "Estos son mis objetivos. Si no llego a ellos, tengo otros". El ascenso por la vía directa parece que no va a ser de esta por lo que vale más ir haciendo entre todos un trabajo de mentalización para llegar a la promoción en las mejores condiciones posibles. Más que al marxismo quizá deberíamos recurrir al madridismo, que es capaz de hacer sentir al resto de la humanidad que competiciones como Liga y Copa no tienen ningún aliciente y que sólo hay un único Dios verdadero que es la Champions. Urge una campaña de desprestigio hacia el ascenso directo. A partir de ahora subir por la vía rápida es una vulgaridad propia de equipos ramplones. La gloria está reservada únicamente para el equipo que logre subir promoción mediante. Ese equipo sí que habrá demostrado a lo largo de la temporada que ha sido constante, que ha sido tenaz, que ha sabido sobreponerse a los momentos de euforia y de fracaso. Ese equipo es el elegido, el Rayo y el Huesca se tendrán que conformar con ser los llamados. Pobres incautos.

Los principios fueron precisamente los que le fallaron al Sporting el sábado en El Molinón. Demasiada precipitación ante la pausa que marcaba el filial del Barça, que parecía tener claro desde el principio que el partido se iba a jugar al ritmo que ellos decidieran. Su primer gol lo hemos visto esta temporada unas cuantas veces sólo que en vez de Jordi Alba y Messi, el tanto lo firmaron entre Cucurella y ese proyecto de figura del fútbol que es Aleñá. Y pese al empate con el golazo de Rubén García, el partido lo seguía gobernando el equipo catalán por mucho que se empeñara Álex Bergantiños en recuperar balones. Cuenta una leyenda celta que en tiempos de los primeros pobladores Bergantiños perdió la concentración en un partido y algunos juran que lo vieron sonreír, pero de esto no hay documentación escrita.

Al margen de la belleza de los goles, la imagen del partido la encontramos en el feo gesto de Rubén Baraja al impedir a un jugador rival sacar de banda con rapidez. Nada mejor para subsanar su error que sus palabras en rueda de prensa. Un ejemplo de muchas cosas es este entrenador que puede presumir de haber firmado una vuelta con 45 puntos en su casillero y de haber rearmado a un equipo al que encontró "sin timón, ni timonel, ligero de equipaje sobre un cascarón de nuez". Es un tanto ventajista, pero con su ritmo de puntos el Sporting hubiera cerrado la temporada en Segunda con 90 puntos. Conviene no olvidar nunca que tuvimos un pasado y que ese pasado se llama noviembre.

Lo mejor del partido de ayer estuvo en los prolegómenos. Ver a Manolo Mesa pisar otra vez el cada vez menos verde de El Molinón (algo le pasa al césped de este estadio) fue como retroceder al tiempo de la infancia, al tiempo en el que uno se fabrica sus ídolos verdaderos. El mío era él.

A mí la frase de Groucho Marx que más me gusta es la de "el mundo sería un lugar más feliz si los padres se comieran ellos mismos las espinacas". A las espinacas siempre les podemos echar un poco de nuez moscada para que sepan mejor. Un ascenso con un poco de promoción también nos sabrá bien y nos hará muy felices.

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