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Por prescripción futbolística

El Sporting afronta el momento trascendental con muchas dudas y necesita recuperar su versión más sólida y eficaz

A la plantilla del Real Sporting de Gijón, su entrenador, cuadro técnico y miles de aficionados se les recomienda, por prescripción futbolística, algún tranquilizante o ansiolítico, al menos hasta la conclusión de la Liga o, en su defecto, hasta el final del play-off: Valium, Trankimazin, Lexatin, Orfidal, Lorazepam, valeriana... en cantidades industriales. A los jugadores, para que recobren el sosiego y la compostura de bloque sólido y fiable en el que cada uno cumpla su rol y se dejen de veleidades individualistas e inútiles; al entrenador y a sus ayudantes, para que recuperen la mejor versión del equipo de la remontada, y a los sufridos sportinguistas, para soportar tanta incertidumbre y sufrimiento.

El Sporting jugó en Tenerife pasado de velocidad. Para que un coche pueda obtener una media de 100 kilómetros por hora debe poder correr el doble. Y el equipo gijonés, a falta de juego organizado, se pasó todo el partido de frenada. No tiene cualidades para disputar un partido como si fueran las 24 Horas de Le Mans. Debería haberse acomodado al ritmo pausado canario, sin prisas, con ese espíritu caribeño que da la pausa precisa para pensar y jugar. Y precisamente esto le faltó, pausa y cabeza. Pero en realidad es una carencia percibida durante toda la temporada.

El partido se convirtió en un correcalles al que no se adaptó ni la blanda defensa, ni la agujereada media, ni la fallona delantera. Fue imposible contar tantos pases perdidos con tanta precipitación. Eché en falta un jugador que en la medular tuviese calidad para frenar la pelota, bajarla al campo y organizar una jugada. Pero como en el resto de la temporada.

El Sporting era hasta hace un mes un equipo fiable, un bloque compacto, con las líneas juntas, presión y capacidad para robar la pelota y salir con rapidez al ataque. Y suerte. Ahora es una sinfonía desafinada de pelotazos y carreras como gallos sin cabeza detrás del balón. Con jugadores que dan la sensación de estar agotados física y mentalmente.

Y lo peor es que aún queda lo más importante. El momento trascendente. El ascenso directo parece inalcanzable, aunque las matemáticas digan que es posible. Si se va al play-off quedarán dos eliminatorias de infarto -quién no ha pensado ya que incluso puede ser contra el Oviedo-. Para afrontar este próximo mes, el Sporting debe resetearse. Recuperar su mejor versión; aunque su juego no se haya definido por su brillantez, sí por su eficacia. En cualquier caso, ante lo que se avecina, parecemos condenados a sufrir también por prescripción futbolística.

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