La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dos en la carrera / Kilómetro 42

El goal average, último castigo para los equipos asturianos

Al Sporting le privó del tercer puesto, y al Oviedo, de participar en el play-off de ascenso a Primera

La maratón de Segunda es tan dura que raya con la crueldad. Da el gran premio a los dos primeros y a los cuatro siguientes les ofrece la consolación de seguir corriendo. Uno de los corredores asturianos, el Sporting, ya se había asegurado esa continuidad en el kilómetro anterior. Para el otro, el Oviedo, las posibilidades de alcanzarla se consideraban mínimas. Y, sin embargo, estuvo muy cerca de conseguirlo. A uno y a otro los relegó el "goal average" particular, el último castigo de una competición pródiga en sufrimientos. Al Sporting le privó del tercer puesto. La penalización para el Oviedo fue mayor, pues le dejó fuera del "play-off". Transcurridas las 42 jornadas, se puede decir que uno y otro llegaron a hacer concebir durante algunos momentos de la temporada mejores expectativas de lo que acabaron consiguiendo. Para el Sporting se reverdecen ahora, a pesar de que sus tropezones en el último tramo. Al Oviedo, sin esa opción, le llega la hora de sacar conclusiones de cara al futuro.

EL OVIEDO ESTUVO CERCA

Faltaban pocos minutos para el final del partido cuando una especie de trueno de intensidad creciente sacudió los graderíos del Carlos Tartiere. Y los hubiera sacudido con más intensidad de haber estado más poblados, pues, ocupados por sólo 10.400 espectadores, ofrecían un aspecto más bien deprimente si se tiene en cuenta que el Oviedo había llegado al partido con posibilidades de clasificarse para el play-off de ascenso. Pocas, pero reales. Si al principio del partido esas posibilidades se quedaban en un modesto 5%, según cálculo de los especialistas, a medida que fueron pasando los minutos esas posibilidades fueron creciendo a consecuencia de los resultados que se iban produciendo, incluida la victoria del Oviedo sobre el Huesca, que era condición sine qua non. Y estuvieron a punto de llegar al cien por ciento en los minutos finales del partido; de todos los partidos, pues se jugaban a la misma hora. Para alcanzar ese tope sólo hacía falta que la Cultural Leonesa marcase un gol al Numancia en Los Pajaritos. Y la supuesta llegada de ese gol fue la que provocó ese trueno alegre y emocionado. Y era verdad que la Cultural había marcado un gol, más importante aún para ellos que para el Oviedo, pues les daba la permanencia en Segunda División. Esa fue la noticia que, con la inmediatez que le es propia, transmitió la radio. La decisión del árbitro de anularlo por fuera de juego se produjo segundos después. Cuando llegó esa nueva noticia ya se había producido el trueno. No fue en vano, porque terminó de enervar un sentimiento que había ido creciendo a lo largo del partido: el de la reconciliación de la afición oviedista con su equipo; de la que estaba en el campo, al menos.

Un final comprensivo. Si en los prolegómenos del partido se había podido constatar el enfado de los fieles oviedistas con su equipo, el final mostró una cierta reconciliación. La escenificación no fue la más apropiada, pues los jugadores azules se reunieron ante la llamada "grada de animación" para intercambiar efusiones con este sector de aficionados, otorgándoles así una preferencia sobre el resto. Pero, errores de tacto aparte, lo que acabó prevaleciendo, a modo de balance apresurado y, desde luego, provisional, fue la impresión de que los seguidores del Oviedo cerraban la temporada con una actitud comprensiva hacia su equipo. Comprensión en la que cabía, sin duda, una cierta decepción, no tanto por lo que es el Oviedo actual sino por lo que le falta.

Un partido resumen. El encuentro contra el Huesca vino a ser un resumen, con variantes, de la temporada oviedista ante un rival del que, después de haber alcanzado el cielo, no cabía esperar que luchara como un desesperado. Los oscenses dejaron, eso sí, algunos apuntes de calidad, sobre todo en la fase inicial del partido, en la que crearon dos claras ocasiones, con remates del Cucho Hernández y Ferreiro que no se convirtieron en gol porque Alfonso los neutralizó con paradas espléndidas. Entre una y otra se había producido en la otra portería una gran intervención de Santamaría, el meta oscense, al reaccionar con grandes reflejos para contrarrestar un tiro de Aarón que se había envenenado al rozar en Jair. El Oviedo adolecía, como suele ocurrirle, de creación de juego. Ausente Berjón, Fabbrini no lograba imponer un sello equivalente. Y aunque Aarón se movía con decisión y acierto, no encontraba la colaboración suficiente. Esas limitaciones acertó a compensarlas el equipo azul con una jugada tan simple como eficaz: un gran pase de Rocha al que Diegui Johannesson supo corresponder a la perfección, atajando el balón en el aire con un toque tan suave como preciso e intencionado. El astur-islandés jugaba en este partido más adelantado, por el cambio de sistema dispuesto por Anquela, con lo que potenciaba su capacidad de llegada, algo que no abunda precisamente en el equipo. No se quedó en teoría. Con un gol a favor el Oviedo se siente más fuerte y en el partido ante el Huesca no fue la excepción. Pudo asegurar pronto el triunfo con el penalti con que el árbitro sancionó el derribo de Brezancic a Mossa, pero Linares convirtió la ocasión en un despropósito. Primero tiró al centro de la portería, donde el portero rechazó el tiro y luego, tras hacerse con el balón e incluso controlarlo, lo mandó al larguero. Linares encarna en este Oviedo la voluntad por encima de las limitaciones, y lo que malogró con los pies supo arreglarlo con la cabeza. Si en el minuto 2 había cabeceado demasiado cruzado un saque de esquina, adelantándose al primer palo, en el segundo tiempo supo ganarle la espalda a Luso para clavar en la red con un testarazo hacia abajo un espléndido pase largo de Aarón Ñíguez, digno del gran ausente, Saúl Berjón. Esa ausencia y que los dos goles fueran en jugadas a balón corrido y no en saques de esquina o de falta fueron las variantes del partido-resumen con el que el Oviedo cerró una temporada en la que dejó a su afición con una sensación agridulce, lo que no le impidió mostrarse comprensiva.

El Sporting deja pasar

En teoría, el Sporting debería haberse esforzado en Córdoba para conservar ese tercer puesto que ofrece ventajas indudables de cara al "play-off". Pero Baraja debió pensar más en la inminencia de los partidos de promoción que en el puesto desde el que los acometería. En teoría, lo mismo hizo el Zaragoza, el otro aspirante a la tercera plaza, que acudió a Barcelona con un equipo plagado de suplentes. Pero el Zaragoza se enfrentaba a un descendido, y el Sporting, a un equipo que no quería descender, apoyado además por una afición volcada. Que en esas circunstancias el Zaragoza sobrepasara al Sporting entra dentro de lo normal. No lo es tanto que el Sporting pierda de forma tan contundente y causando una sensación tan pobre. Que el equipo rojiblanco haya perdido tres de los cuatro últimos partidos no inspira precisamente mucha confianza de cara a esa frenética mini-competición a la que ahora accede.

Huérfano de Sergio. La necesidad de ganar para culminar, con el logro de la permanencia, la épica remontada dirigida por Sandoval hacía del Córdoba un rival complicado. Más, cuando entre las bajas sportinguistas había una tan sensible como la de Sergio. La ausencia del avilesino deja siempre al Sporting en una situación de orfandad y en El Arcángel no se produjo una excepción. El Sporting perdió el control del medio campo y con él el de un partido que encauzó pronto el Córdoba con un balón alto que superó a Barba y supo aprovechar Guardiola. El segundo gol cordobés llegó en un fuera de juego de Quintanilla que el árbitro y su auxiliar no vieron, pero que las cámaras de televisión mostraron con claridad. Y en la jugada del tercer gol local, la escapada de Aguado se vio facilitada por un fallo de Lora en el centro del campo. Para contrarrestar esos fallos, el Sporting puso poco en la balanza, como no fuera una ocasión clara de Isma López. Que perdiera por goleada -en estos tiempos un 3-0 lo es- y que su mejor hombre fuera el portero no dice mucho a su favor.

Mata a la vista. El reto del Sporting es recomponerse de inmediato para tratar de dar su mejor versión en ese vertiginoso torneo del KO que se le echa encima. Lo malo es que de Córdoba, además de una derrota, se ha traído la mala noticia de la tarjeta amarilla a Álex Pérez, que, por acumulación de amonestaciones, le impedirá jugar el primer partido de la promoción, el jueves en Valladolid. El Sporting se va a encontrar con un déficit de defensas centrales justo en el primer partido en el se va a enfrentar a Mata, que, con sus 33 goles esta temporada, es, de largo, el mejor goleador de Segunda División. El reto se agranda. El mérito de superarlo, también. El técnico y los jugadores del Sporting tienen la palabra.

Compartir el artículo

stats