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Entrenador de fútbol base

La plaza libre

La principal tarea de Baraja es la de reactivar mentalmente al grupo para recuperar la esencia; el Sporting siempre se levanta

Tardaremos años en darnos cuenta del daño que los móviles le están haciendo al fútbol. Los niños del parque ya no juegan a la pelota. No es extraño pasar al lado de la cancha donde tantas tardes pasaste intentando hacerte un hueco para jugar y encontrártela vacía, rodeada de preadolescentes con la mirada fija en el teléfono. Ya no se hacen autopases contra la pared, los balones descosidos ya no caen a la carretera, no hay ventanas rotas y la "ley de la caleya" ha dejado de ser la norma fundamental de la plaza. Cuando uno era pequeño, se pasaba las tardes tratando de imitar (con escaso éxito) los gestos de sus ídolos. Por edad, las faltas y penaltis de mi adorada infancia eran cosa de tres: Ronaldinho, Beckham y Roberto Carlos. No había chaval en aquel parque que no copiara la postura, la carrera o la forma de golpear el balón de alguno de ellos. Descubrí demasiado tarde que, al final, el que cogía la carrerilla más normal, con menos estridencias, era el que resultaba ganador de la tanda. Algo parecido a lo que pasa con los play-off.

Desde que la Segunda División concede el privilegio del ascenso al vencedor de estas eliminatorias, han sido varios los casos que nos demuestran la importancia del momento puntual de cada equipo a la hora de afrontarlas. En mente de todos queda el ascenso de aquel Córdoba que ascendió como séptimo clasificado o del apabullante play-off de Osasuna después de entrar en la última fecha.

En este aspecto, la trayectoria del Sporting no parece la más adecuada a la hora de encarar el tramo decisivo de la temporada. Mientras Zaragoza, Valladolid y Numancia parecen haber terminado su campaña en una clara línea ascendente, los rojiblancos se han instalado en una montaña rusa que, en estos momentos, enfila una empinada cuesta hacia el suelo a la espera de que se active el botón que les vuelva a permitir mirar hacia arriba. No es difícil imaginar, por la trayectoria de ambos conjuntos, que, en caso de repetirse un encuentro como el que se dio en Pucela hace un par de meses, la moneda cayera en este caso del lado vallisoletano. Cosas del fútbol.

La principal tarea de Baraja pasa entonces por reactivar mentalmente a un grupo que parece haber perdido su esencia durante los últimos partidos. Las consignas del míster parecen claras, avaladas por la seguridad defensiva y la pegada que le permitieron estar más de tres meses sin conocer la derrota. Un equipo con fortalezas y debilidades bien marcadas que debe hacer borrón y cuenta nueva para encarar, partido a partido, su Liga de Campeones particular. Si algo ha demostrado este equipo es la capacidad para levantarse en los peores momentos, pues mimbres tiene para ello.

Volver a resurgir de cara al play-off tendrá el mismo objetivo que, cuando éramos pequeños, nos planteábamos todas las tardes al llegar con el balón bajo el brazo: ser el último superviviente de la plaza.

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