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Un cinquín y mucho por mejorar

Mes de notas y como quiera que la afición del Real Oviedo tendrá que conformarse con ver el playoff de ascenso por televisión, si hay humor, la calificación de la temporada se queda en un aprobado. Un cinquín porque aunque la plantilla a priori no daba demasiadas garantías para dominar en la categoría de plata, al final algún favorito falló y, en cambio, se colaron equipos que no eran favoritos.

La sensación tras 42 jornadas de una liga intensa y con un final apasionante es agridulce, tampoco del todo amarga porque aún tenemos muy frescos los años de sinsabores para retornar al fútbol profesional. No conviene olvidar nunca que en una competición tan igualada como la Segunda División, el objetivo inexcusable es amarrar la permanencia cuanto antes. De ahí el cinquín de esta temporada. No se puede negar que el equipo corrió y dio todo pero en el último tercio de la competición y, sobre todo, fuera de casa con poco criterio. Pero ni siquiera la superpoblación de defensas sirvió para evitar encajar goles absurdos. Es recordar la verbena en Los Pajaritos y ponerse uno negro, máxime ahora cuando comprobamos la trascendencia de aquella derrota en la matinal soriana: un gol menos que se hubiera encajado y los azules estarían hoy pensando en secar al zaragocista Borja Iglesias. Pero de nada sirven ya las cuentas de la lechera porque fueron tantas las ocasiones que dejó pasar el Real Oviedo que sólo serviría para aumentar los niveles de frustración por la clasificación final, tan cerca en puntos del objetivo pero, ciertamente, muy lejos de lo que hubiera querido la afición. De todas formas, sería injusto no reconocer a esta plantilla que ha tenido más vergüenza y profesionalidad que aquella que hizo el más absurdo de los ridículos cuando la, todavía inexplicable, "cama" a Sergio Egea.

Pero mejor mirar al futuro que en estos tiempos de redes sociales, tuits y tribuneo parece que fue ayer. La primera decisión del club han sido renovar a Juan Antonio Anquela al frente de la dirección técnica. Tendrá que mejorar, como el Real Oviedo. Es cierto que el entrenador jienense conoce la categoría como muy pocos, que mete a sus equipos una intensidad necesaria en una división tan igualada pero no lo es menos que el equipo llegó "tieso" al tercio definitivo y que el míster dio la impresión de quedar sobrepasado en algunos momentos puntuales, con la tardanza en hacer cambios o el poco sentido de los mismos. Tampoco se entiende muy bien el ostracismo de Steven después de marcar un gol de oro frente al Granada: está claro que el chaval no iba a ser el salvavidas en todos los partidos que quedaban, pero de ahí a no contar con él ni en las convocatorias para tratar de revolucionar partidos cuesta arriba como hizo ante el experimentado Chico Flores media un abismo. Y tampoco resultó nada afortunado aquel comentario de que si alguien quería "matar" a su equipo lo hiciera al final de temporada. Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras y en aquella rueda de prensa se pasó de frenada. Debe saber Anquela que la afición oviedista hace ya unas cuantas décadas, abortó con su reacción el fichaje como entrenador de alguien que lo había sido todo en el Real Oviedo, Toni Cuervo, y éste jamás se revolvió contra la grada por dolorosa que fuera la decisión. Dicho esto, solo desear todo el acierto del mundo tanto a Anquela como a Angel Martín González, que seguirá en la secretaría técnica, en la que el reto ha de ser acertar más en los fichajes. Varias incorporaciones de la 2017-2018 son aprovechables, como es el caso de Carlos Hernández, Forlín, Folch o Aarón (deberá rendir más) pero otros han pasado prácticamente inéditos o casi como Valentini, Hidi y Mariga y no digamos Olmes. En una liga tan larga como la Segunda, un equipo no puede permitirse el lujo de tener a tantos jugadores con tan pocos minutos porque las rotaciones son imprescindibles para llegar con oxígeno al final. A ver si después de unas cuantas temporadas alguien se da cuenta de que el Real Oviedo necesita un medio centro de toque. El cuarto proyecto oviedista, tras el retorno al fútbol profesional, echa a andar. Ver veremos. Toca acertar.

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