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¿Qué es una raya más para un tigre?

Repaso a algunas de las angustiosas gestas rojiblancas ante el importante partido ante el Valladolid

En las eliminatorias a doble partido hay equipos a los que se les reprocha que juegan el primer partido sin pensar que existe otro de vuelta. De esto no podemos acusar al Sporting. A los rojiblancos les pasó justo lo contrario: parecían tan concentrados en que el partido importante es el que se disputará el domingo en el Molinón que cuando se quisieron dar cuenta el Valladolid ya había anotado tres goles y la afición pucelana empezaba a programar el viaje a Soria o Zaragoza. "Cuando despertó la eliminatoria todavía estaba allí". Lo que tienen los cuentos geniales como este de Augusto Monterroso es que igual nos valen para explicar la situación política de un país que una eliminatoria de ascenso a Primera División. Lo positivo de esos nueve minutos de desconcierto es que se produjeron al filo del descanso y que tras la reanudación la imagen y el juego del Sporting fueron otros, tampoco excepcionales, pero otros. Llegó la ocasión de Santos tras envío de Jony, el gol del extremo cangués y su carrera en una contra. Si a estas ocasiones le sumamos el remate de cabeza de Santos y su volea del primer tiempo tenemos todo el balance ofensivo de un equipo que pasó de tener que marcar cuatro goles para pasar la eliminatoria a "con dos basta".

Ahora que lo moderno no es ir al cine sino ver series de televisión, un recurso muy habitual en estas es el del cliffhanger, término anglosajón cuya traducción sería colgado del acantilado. Este recurso narrativo consiste en dejar la historia en un punto de máxima emoción para que los sufridos espectadores mantengan la intriga hasta el próximo episodio. En realidad los ingleses le pusieron un nombre pegadizo, pero esto ya lo había inventado Sherezade en las mil y una noches y ya lo había usado Miguel de Cervantes en "El Quijote" cuando dejó al caballero de la triste figura y al vizcaíno en una terrible lucha de espadas y nos dijo que ya no tenía más hojas de su manuscrito encontrado. El gol de Jony en la segunda parte después de una magnífica jugada del Sporting nos dejó a los aficionados colgados del cerro de Santa Catalina y con la ilusión quijotesca de que aún es posible darle la vuelta a la eliminatoria. Nuestra figura lleva siendo bastante triste durante toda la temporada. ¡Cuánto te echamos de menos, Manolo que estás en los cielos! Echando la vista aún puedo recordar un partido en el año 82 en el que nos lo jugamos todo a una carta contra Las Palmas en el último partido de una temporada que acabó en abril. Dos goles de Gomes, uno de Doria y otro de Jiménez lograron el objetivo de la salvación en primera y yo lo celebré en la esquina de la Este y el Sur, de pie, como se veía el fútbol entonces. También vi de pie, pero los últimos minutos los pasé sentado en el escalón sin querer mirar el partido, la famosa promoción contra el Lleida en la que Pier salió a hombros. La historia reciente nos lleva a lo que parecía que iba a ser el fin tras la derrota en Castellón, al partido contra el Eibar, a la visita a Pucela con el gol de Bilic y la parada milagrosa del Pichu Cuellar, al partido contra el Recre o al partido del Villamarín con Caballero dándonos la vida con el Lugo. Otros apelan a la memoria de Juanito y se aferran a cofradías del clavo ardiendo, nosotros, en rojiblanco y un poco más humildes, también tenemos nuestras historias de sufrimientos y alegrías.

En cualquier libro, película o serie de televisión aprendes una cosa: cuando tienes la oportunidad de acabar con el malo, tienes que hacerlo porque si no te va a ocasionar más de un problema. El Valladolid tuvo la oportunidad de acabar con el Sporting, lo tuvo grogui y contra las cuerdas en el penúltimo asalto, pero cometió el error imperdonable de dejarlo con vida. La eliminatoria se va a decidir hoy a partir de las 20.30 en El Molinón y nos va a tocar sufrir, pero de eso por estos lares ya sabemos bastante, a fin de cuentas ¿qué es una raya más para un tigre?

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