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Viliulfo Pérez y la "falacia del espantapájaros"

Preguntas que quedan por responder sobre las supuestas irregularidades en las obras de ampliación de El Musel

Si algo me sorprendió de la réplica que realizó Viliulfo Pérez Díaz a mi artículo publicado en LA NUEVA ESPAÑA sobre los sobrecostes del Puerto de Gijón el miércoles día uno de este mes fue la utilización del "Argumentum ad Hominen".

Digo esto, porque una persona que tuvo como profesor, durante su época de estudiante en ICADE, al igual que yo, al Padre Díaz Moreno, debería de saber que una de las principales cualidades que nuestro querido "Dimo" enseñaba era la caballerosidad. Y lo explicaba diciendo: "Hijos míos, tratar siempre de obrar con cortesía, nobleza y distinción". Y miren ustedes que un "letrado" de "dilatada, intensa y objetivamente extensa", como él define su carrera profesional, como toda argumentación en contra de mi artículo sea el ataque a mi persona en vez de a mis argumentos, demuestra poca cortesía, escasa nobleza y ninguna distinción. Por lo que llego a la conclusión que poco o nada le rindieron las clases de Derecho Canónico impartidas por nuestro común profesor el Padre Díaz Moreno. Y para colmo, utiliza lo que se llama la "falacia del espantapájaros", que consiste en introducir argumentos sin ninguna relación con mi artículo y rebatirlos, con la insana intención, queridos lectores, de que se olviden de lo que yo decía en el mismo, al no poder refutar ni una sola de mis denuncias.

Al contrario de mi compañero de Universidad, y siguiendo las enseñanzas de nuestro querido maestro, yo me dirigiré a él con la caballerosidad y el respeto con la que toda persona debe de ser tratada. Ahora bien, dicho lo cual, me ratifico, de manera absoluta, en las cuatro denuncias de mi artículo del día 1 de julio.

Pero aprovechando esta contrarréplica, y para que ustedes estén más informados, les quiero precisar dos asuntos: 1) La Cláusula 19 del Pliego de Condiciones sobre modificación del contrato dice: " En ningún caso el Director de obra (José Luís Díaz Rato), o el contratista podrán introducir o realizar modificaciones en el proyecto adjudicado sin la debida aprobación por parte del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de la modificación y del presupuesto resultante como consecuencia de ella" ¿Por qué se hace en el 2006 sin la autorización del Consejo, incumpliendo la Cláusula 19 del Pliego? 2) Si bien Díaz Rato firma las "Actas de precios nuevos" (a mi entender indebidamente), en abril de 2006 y en octubre de 2006, y se comienzan a pagar estos precios con carácter retroactivo desde mayo de 2005 (también indebidamente), el expediente de modificación del contrato se comienza a tramitar en octubre de 2007 y se aprueba técnicamente por el Consejo de la Autoridad Portuaria de Gijón el 18 de diciembre de ese año. Pero fíjense que digo técnicamente, porque económicamente, y de acuerdo con un Informe de la Abogacía del Estado del 15 de junio de 2011 firmado por José María Alcoba, no se aprueba por el Consejo hasta diciembre de 2009 y es el 1 de febrero del 2010 cuando, una vez aprobado en su totalidad por el Consejo, se firma el Contrato de Formalización de la Modificación Contractual entre La Autoridad Portuaria de Gijón y la UTE Dique Torres, Y esta fecha es importantísima, porque, según la Ley de Contratos del Estado, solo a partir de este momento se le pueden pagar los precios nuevos al contratista. Y la pregunta que se puede hacer, llegado a este punto, es: ¿cómo es posible que se empiecen a pagar los precios nuevos a partir de abril de 2006 y de octubre 2006 si el nuevo contrato no se firma hasta febrero de 2010? ¿Quién firma las certificaciones de obra? ¿Quién firma los pagos con los nuevos precios? ¿Quien lo autoriza todo? ¿Quien lo sabía? ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?...

Dije que trataría a Viliulfo Pérez Díaz con cortesía, nobleza y distinción, por eso, desde esta columna, le emplazo para dialogar sobre mis "andanzas políticas", mis "apariciones periodísticas", mi "visión sobre la ampliación del Musel", o sobre el "Pacto del Majestic", temas que, al parecer y a la vista de su réplica, le interesan mucho más que rebatir las denuncias de mi escrito.

Para terminar, me gustaría darle un consejo a tan insigne "letrado": si las opiniones solo se deben combatir por medio del raciocinio, pues a las ideas no se las fusila, contra la veracidad de unos hechos, la mejor argumentación es el silencio.

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