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Musicólogo

Fiesta a golpe de acid jazz

En estos días todo se acumula en Gijón: eventos y gente. La agenda de la Semana Grande es más que apretada, y la variedad de propuestas convoca a una ingente cantidad de personas con gustos y perfiles muy diversos. La música no podía faltar en este menú festivo, no sólo por el reclamo de grupos y cantantes conocidos que en estos días desfilan por la ciudad, sino también por el poder de este lenguaje para hacer vibrar en armonía a grandes multitudes. Este es el resumen de lo sucedido el pasado sábado en la plaza Mayor; si a las nueve de la noche eran relativamente pocos los que esperaban a "James Taylor Quartet", una hora después la plaza estaba llena de gente cantando a una sola voz y moviéndose al ritmo del acid jazz de esta banda británica.

La receta para conseguir este efecto con sus directos la vienen cocinando a fuego lento desde hace más de treinta años; tres décadas en las que James Taylor no ha dejado de girar y editar discos con una mezcla inteligente de jazz, funk y blues. Digo inteligente, porque son incontables los grupos que han querido conjugar estos estilos y han caído en fórmulas manidas y monótonas. Este cuarteto, sin embargo, lo hace con gusto, manejando tiempos e intensidades y sin caer en excesos; guitarra, bajo, batería y, al frente, el característico sonido del órgano Hammond (entre cálido y chillón) que consigue llenar de vida las melodías de cada tema.

La disposición de los temas en el repertorio también es fundamental para enganchar al público en un concierto. Taylor arrancó con un tema largo y enérgico plagado de citas de temas muy conocidos; buena carta de presentación y toda una declaración de intenciones. Siguió con una pieza lenta, casi sensual, cargada de matices; a continuación un blues en tempo medio con el conocido ostinato en el bajo del "On the road again" de los Canned Heat. Para entonces, media plaza movía la cabeza siguiendo el ritmo de la banda, y llegó el contagioso funk, la temperatura fue subiendo, el público comulgaba cada vez más con la banda y los aplausos al final de cada tema se convirtieron progresivamente en ovaciones.

La intensidad también fue creciendo. James Taylor se vino arriba y consiguió sacar aún más fuerza al sonido de su Hammond, especialmente en los agudos. El concierto acabó por todo lo alto; un espectáculo de menos a más que confirma el buen hacer de esta banda y el poder de su música para contagiar a propios y a extraños. La Semana Grande empezaba con fuerza en la plaza Mayor.

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