La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Moros en Gijón y el jordano Sapolin

La historia de un comerciante peculiar gijonés, emigrante casado con asturiana

Suele llamar la atención que en Gijón una de sus principales calles lleve el nombre de Los Moros. Siempre tuvo ese nombre "desde que en Gijón existen las calles" hasta 1910 en que pasó a llamarse calle de Pi y Margall durante 27 años; luego en 1937 volvió a recuperar el nombre original -el único que había tenido desde que Jovellanos diseñó su trazado- quizás porque las nuevas autoridades supusieron que se refería a "los moros que trajo Franco". Evidentemente no era así.

A su lado, la calle Munuza. Lo mismo. Munuza fue el primer nombre que tuvo esa céntrica vía local, en este caso hasta 1908 en que tomó el nombre de Gumersindo de Azcárate. Después de la Guerra Civil la calle se volvió llamar Munuza, recordando al gobernador árabe del Gijón del siglo VIII casado con la hermana de Pelayo, con Adosinda. Por cierto, nombre el de Adosinda que también figura en el callejero local.

En Gijón hubo balnearios como La Sultana (derribado en el año 1907) en el Muro, a la altura de la escalera 5, con una llamativa fachada de estilo árabe, y locales de ocio tan populares como el Oasis y Casablanca en la zona del río Piles.

Muy popular en Gijón fue Habib Salman Sawalha, conocido por el nombre de una marca comercial como era Sapolin. Era jordano de nacimiento y murió en Gijón en octubre de 1993, a los 94 años, tras trabajar en nuestra ciudad gran parte de su vida. Su enjuta figura fue sin duda llamativa en Gijón, y su tienda, de nombre Sapolin, al final de la calle del Instituto frente al lateral de la Iglesiona, estuvo abierta durante más de medio siglo.

Fue droguería Sapolin, almacenes Sapolin, tintes Sapolin? Y su no pequeño escaparate (con muñecas sin cabeza por allí, ojos de cristal para ellas por allá, botes de betún amontonados en una esquina, espectrales maniquís semidesnudos, prendas de cuero?) permanece en la memoria de varias generaciones de gijoneses y gijonesas. Olor a cuero y a tintes variados desprendía el local e inundaba la acera, y dentro, a media luz, la impenetrable figura de Sapolín. El comercio tenía un almacén posterior que coincide con lo que actualmente es la librería Paradiso en la calle de La Merced.

Habib Salman Sawalha, a quien todos conocían como Sapolín, era un personaje muy carismático en la ciudad, ya desde finales de la década de 1930 cuando se asentó en Gijón. Pequeño de estatura, encorvado, nariz aquilina, tocado con una especie de boina que portaba tanto en su tienda, siempre ataviado con una especie de largo mandilón de color indescriptible? Haciendo composturas y despachando tintes, lacas, esmaltes, betunes y similares. Personaje misterioso para generaciones de gijoneses y gijonesas, y que causaba un temor injustificado. No era judío, en contra de lo que la mayoría suponía, aunque sí es cierto que por su aspecto general lo parecía. Era católico y su familia tenía una larga tradición católica en Jordania, y su imagen cambiaba cuando paseaba por Gijón: con traje, sombrero y, en invierno, abrigo.

Añadimos ahora algunos otros datos, creemos, desconocidos sobre Sapolín, sobre Habib Salman Sawalha. Datos que desmitifican, que humanizan, a un personaje que siempre estuvo rodeado de misterio.

Marchó de su Jordania natal en busca de mejor fortuna y emigró durante un tiempo a Latinoamérica, luego vivió unos años en Portugal y también en Tánger donde aprendió los secretos de la tintorería y la pintura. Ahí, en Tánger, conoció a través de la comunidad franciscana a una gijonesa de nombre Socorro Calvo Arciniega. Socorro acompañaba en ese momento a su hermano, que representaba en la zona las pinturas norteamericanas Sapolín, muy famosas en la época.

Era Socorro Calvo Arciniega, nacida en 1903, hija del industrial Salvador Calvo González, propietario entre otros de ese local en la calle del Instituto. De hecho en la década de 1930 el nombre comercial no era Sapolin sino Hijos de Salvador Calvo. Con Socorro se casó Habib Salman Sawalha en 1938 y la boda -la de una chica de una "buena familia de Gijón" con un hombre de las características de Sapolín- supuso una convulsión en la sociedad local.

Del matrimonio nacieron dos hijos, Mario y Carmen. El primogénito, Mario Salman Calvo, que en la actualidad vive en Madrid, estudió con los jesuitas, en el colegio de la Inmaculada de Gijón. Mario nos ha aportado datos fundamentales para este acercamiento a la figura de su padre. Sapolín había pasado, de joven, unos años en un seminario de la iglesia católica; y es que siempre fue muy religioso y era habitual su asistencia a la Iglesiona, frente a su comercio, manteniendo siempre muy buena relación con los jesuitas allí residentes. De un hombre de bien hablan los que lo conocieron, de un hombre culto, y asistente habitual a actos en el local de la Cátedra "Jovellanos" de Extensión Universitaria, en la calle Begoña, actos por ejemplo organizados por el Ateneo Jovellanos.

En el cementerio de El Sucu, en la parcela católica, descansa el jordano-gijonés Habib Salman Sawalha, desde el 10 de octubre de 1993 tras su funeral oficiado en la iglesia de los Carmelitas.

Compartir el artículo

stats