La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Dudosos festejos a superar

Acerca de la conveniencia de vernos libres del deplorable espectáculo de las corridas de toros

Con los años, ha ido uno perdiendo no ya la afición, sino la simple tolerancia por las corridas de toros. Hace lustros que no asisto a uno de estos espectáculos y su recuerdo cada vez se me hace más doloroso. He llegado a no comprender cómo se puede hallar regocijo en la tortura pública y sistemática, e incluso reglada, de un animal, animada con música y, para colmo, ver arte en ello. La cosa dice muy poco del grado de civilización de una sociedad por más que lo intentemos investir de arte, aunque no cabe duda de que se trata de una manifestación cultural, pero en negativo, ya que indica la falta de sensibilidad de una parte de la sociedad en donde tienen lugar estos tristes espectáculos. Así que no me resulta extraño que haya quien se manifieste en contra de que se repitan en nuestro pueblo estos bárbaros festejos, aunque deploro que la cosa haya terminado con insultos a los asistentes a la plaza porque, sin duda alguna, viene a ser otra manifestación de violencia que sólo sirve para proporcionar argumentos a la parte contraria.

Lo tenemos muy fácil por aquí para vernos libres de los toros en nuestra villa marinera. Toca renovar el contrato para la próxima temporada y bastaría una mayoría en el pleno municipal para no publicar de nuevo pliego de concurso alguno a la par que, por idéntico medio, proclamar a la ciudad libre de toros y, de paso, de otros espectáculos circenses con animales salvajes en cautividad.

El único grupo municipal que ya ha demostrado hasta ahora un interés denodado por el bárbaro espectáculo es el PP y, por el contrario, han manifestado su más rotundo rechazo los de IU y la marca local de Podemos. No han dicho nada PSOE, Foro y Ciudadanos, aunque la organización de los jóvenes socialistas sí se ha manifestado en contra, por lo que no estaría nada mal que sus mayores dieran un paso adelante en el mismo sentido, lográndose así una mayoría que diera al traste con los toros en esta villa tan jovellanista que, sin embargo, prefiere olvidar cómo el prócer local, ya en su tiempo, solicitaba la supresión de este tipo de crueles festejos.

Han desaparecido otros inconvenientes tradiciones en aras de una sociedad más civilizada: por ejemplo se suprimieron los autos de fe en donde se quemaba o sometía a escarnio a disidentes religiosos y nadie lo echa en falta. Ni tampoco se aplica la pena de muerte ni en público ni en privado, como fue acendrada costumbre, es decir, las sociedades cambian sus costumbres y eliminan de entre sus prácticas aquellas que repugnan a la sensibilidad. Pues los toros son precisamente eso: una muestra de insensibilidad al convertir la tortura, el dolor y la muerte en espectáculo.

Unos cuantos profesionales de este espectáculo infame andan últimamente metidos en declaraciones en las que vienen a proclamar que se sienten acosados. No es de extrañar, porque lo están. Ganaderos de bravo, toreros y demás participantes a título de lucro en esta barbarie ya notan la creciente presión social en pro de la supresión de aquello que es su modo de vida y es lógico que se rebelen contra ello, pero es inevitable. Los festejos taurinos están condenados a la desaparición, es cuestión de tiempo y no estaría de más que Gijón no se quedara en el furgón de cola teniendo, como tiene, una oportunidad de oro para figurar entre las ciudades avanzadas en sensibilidad, compasión y civilización.

Ha llegado el momento de dar el paso adelante. No pasará nada. En una ciudad del norte, en donde se dio el paso atrás de volver a "celebrar" una corrida de toros contaron con la presencia, a modo de apoyo, del rey abdicado, aunque el actualmente reinante bien se cuida de asistir a eventos de tan dudoso civismo. Que no tengan miedo los partidos políticos que dudan en aras de conservar un nicho de votos. Sólo un disminuido PP se manifiesta en pro del sostenimiento de unas supuestas esencias patrias y así les va. Así que, adelante y sin falsos temores: sumemos votos plenarios a la causa de la civilización y el futuro. Los más jóvenes lo han entendido perfectamente, porque suprimir los toros en la ciudad es liberarse de un pesado lastre del pasado.

Compartir el artículo

stats