Hace muchos años salía de la antediluviana morgue de Oviedo, hecho un manojo de lágrimas, de ver a mi joven y yacente padre (lo de joven, pues tenía tan sólo 68 años, es por darme moral como sesentón que me hice) y me topé con una pareja de estudiantes de bata blanca que se abrazaban, besaban y reían al unísono, ajenos a mi dolor.
Hoy me acordé de una chica, siempre sonriente, Sonia Mitre, que solía venir por la droguería y reparé en que ya hace un mes que fue asesinada y en que la vida siguió su curso con feria de muestras, corridas en el Bibio, fuegos artificiales, restallón, danza prima en la bahía, movida nocturna in crescendo, fichajes del Sporting y gentes que se abrazan, besan y rien al unísono.
Ya lo decía Antonio Machado: "Todo pasa y todo queda...."Ay!