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Crítica / Música

Espíritu romántico para cerrar el Festival de Piano

El Festival Internacional de Piano de Gijón "Jesús González Alonso" se despedía por todo lo alto. Un recital de Olaf John Laneri en el teatro de la Laboral ponía fin a esta decimosexta edición, que demuestra el tirón y el atractivo internacional de esta cita anual con las teclas. La tarde del viernes fue uno de esos momentos de pleno verano en la ciudad: agosto, sol, calor? pero fueron muchos los que decidieron cambiar la terraza por el auditorio, y el patio de butacas registraba una afluencia insólita para un concierto de clásica.

Centenares de espectadores se congregaron para disfrutar de un repertorio plenamente romántico; un homenaje al siglo de oro de este instrumento de la mano de uno de los especialistas en la materia. Un recorrido cronológico, que comenzó con Beethoven y culminó en Grieg.

Laneri nos trasladó a 1800 con la "Sonata en Si bemol" de Beethoven, una obra de equilibrio clásico en la que ya pueden vislumbrarse detalles románticos y en la que destacó la limpieza de la ejecución, especialmente en el fluir constante de desarrollos temáticos en el allegro inicial y el rondó final. Una interpretación ajustada a la obra con un adagio cargado de sentimiento y con una mano izquierda en los graves que sustentó con naturalidad la melodía retardada en el agudo.

Finalizó con aire de danza estilizada y con una cadencia preparada, como le gustaba a Beethoven. Fue con el "Andante spianato y gran polonesa brillante" de Chopin con el que Laneri conquistó al público, construyendo desde el principio la delicada atmósfera romántica que caracteriza a Chopin y dejando respirar con afecto al tema principal.

El tiempo parecía detenerse, mientras las ráfagas de notas se sucedían a modo de escalas descendentes; pura sutileza incluso en los pasajes más agresivos, que este pianista italiano utilizó para dar empuje a la pieza. La ovación que se ganó del público fue cerrada y con "bravos".

Tras la pausa, llegó el momento de Grieg; toda la segunda parte del programa fue para el compositor noruego. Primero, con cinco piezas líricas para evocar estampas de naturaleza romántica; cinco obras breves con las que reflejar la quietud y el tedio del "Nocturno" o el discurrir nervioso de "El arroyo".

Quizás la brevedad despistó al público, porque cuando finalizó el quinteto nadie aplaudió y Laneri decidió permanecer sentado para dar comienzo a la "Sonata en Mi menor", también de Grieg. La única sonata para piano del compositor noruego pasó sin pena ni gloria; apasionada e incluso atormentada en el allegro inicial, la obra fue discurriendo de forma correcta hasta el "molto allegro" final. Quizás no fue la mejor elección para cerrar el concierto.

Los aplausos sonaron contundentes y sinceros, sobre todo después de haber permanecido mudos en toda la segunda parte, pero la ovación no dio para que Laneri saliera a saludar por tercera vez y el público se fue sin propinas, no sabemos si por decisión deliberada del pianista italiano o por un error de cálculo. Fue la anécdota en un recital de altura; un broche de oro a la edición de un festival que se despide pensando ya en el año que viene. Este otoño comenzaremos a tener noticias de la nueva cita.

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