No seré la última, ni desde luego la única que escriba sobre esto. Han llovido ríos de tinta y también de lágrimas, muchas, especialmente de mujeres como yo; de madres, abuelas que se han visto sobrecogidas por una imagen que nunca hubieran deseado ver. Porque es inevitable pensar en los tuyos, en los que has parido o los que han parido tus hijos, todos ellos parte de ti misma. Y se te desgarra el alma, y lloras de rabia, de impotencia, de dolor al verte allí Aylan... Y ¿sabes? hablan de ti como de un símbolo... y yo no quiero. No lo entiendo. Tú no eres un símbolo, tú, Aylan solo eres uno más de los miles de niños que ven truncada su vida huyendo de la guerra, o de la miseria, de la muerte al fin y al cabo. Supongo lo que habrám pensado tu padre y tu madre. Atrás, Aylan, la desolación, la persecución. Delante ese mar que ya se ha tragado demasiadas vidas, pero que os permitía vislumbrar una luz al final, que tú, cariño, no has llegado a ver. Ese mundo nuevo en el que de alguna manera al menos no se os perseguiría por raza o religión, o por ideas políticas, o al menos, eso pensaban ellos, tus padres. Pero ni tú, ni tu hermano, ni tu madre han podido llegar a verlo. Solo queda el llanto desesperado de tu padre al que no le quisieron dar asilo político en ese mundo ideal que creéis que existe más allá de la barbarie, y que hijo, no siempre es así, ya ves. Todos pasamos de todo, mientras no nos toca. Nos ha sucedido siempre. Y con vosotros igual. Ahora solo queda él, tu padre, que solo trataba de salvar vuestras vidas. Tú te escurriste de sus manos mi niño, y yo me quiero morir solo de imaginarlo. Y ¿sabes? Tu muerte pequeño, nos ha sacudido aún más y ¿sabes por qué? Porque como dijo uno de mis amigos del "face", tú eres un niño "normal", tenías ropa adecuada, parecías uno cualquiera de nuestros hijos, hermanos, nietos, un niño occidental de los que juegan por los parques, con tu media lengua y tus ganas de jugar. Y eso aún nos llama más la atención. Porque hay otros miles que mueren cada verano, pero de los que no tenemos fotos, y cuando tenemos una imagen de la muerte por inanición, apagamos la televisión, porque yo al menos no puedo soportarlo. Por eso hijo, tu muerte ha causado más conmoción. Y porque en tu país Siria se está cometiendo un genocidio del que el mundo no quiere ser consciente, quizás porque no tenéis petróleo, o quizás por miedo. Lo primero no me entra en la cabeza, pero sé perfectamente que es así. Sois pobres y a los pobres los abandonan todos los organismos, y se queda todo en palabras huecas, vacías y declaraciones intencionales, que no llegan a ser más que eso, intenciones. Y miedo, porque si realmente se hace lo que yo haría, intervenir para evitar la masacre que está acabando con vosotros, el mundo occidental estaría en un peligro terrible. Por ese miedo que el fundamentalismo islámico ha conseguido meternos a todos en el cuerpo. Pero debemos ser fuertes y arriesgarnos, aunque solo sea por ti, y por tantos otros como tú. Porque te lo debemos, por haber sido expuesto sin un hálito de vida, tirado en la playa como un despojo, porque es cuestión de piel... blanca o negra.