La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Toros y perros

Un mejor trato a los animales separa a los munícipes de la ciudadanía

La molesta pertinacia de un grupo de ciudadanos que, con poco seso, se dedican a perturbar la tranquilidad de los habitantes del barrio alto y alrededores es digna de pasar a las páginas del gran libro de la imbecilidad humana. Se ignora el placer que pueden hallar en hacer la vida imposible al prójimo mediante el horrísono resultado de su actividad. Quizá si, por lo menos, lo hicieran bien, mercarían una disculpa, pero es que, para más inri, son malos a rabiar: hasta para tocar el tambor hay que saber. Se supone que ellos, los pobres, se creen unos virtuosos, pero lo único que consiguen es poner de los nervios, no ya a las personas sensibles, sino a un amplio espectro de la ciudadanía. La verdad, es que las fiestas del barrio alto, como los carnavales, son una disculpa para el despliegue a tutiplén del mal gusto. Pero, aunque nos cueste creerlo, hay a quien entretiene y le parece de perlas. A la mayoría nos toca aguantar de la mejor forma posible, esto es, con estoicismo y paciencia hasta que los amantes del cutrerío local se colmen en sus desgraciadas expansiones y se queden tranquilos para una temporada. Por lo menos hasta el despliegue carnavalesco, más desagradable y feroz aún si cabe. Y nos queda una semana de molestias con la prórroga de la Soledad, así que, más aguante.

Unos felices dando la tabarra con sus tambores y otros tan felices con su capillita. El beaterío de la Guía, con su fray arzobispo, sus curas, sus monjitas, sus supernumerarios y demás pías personas inauguraron con gran jolgorio un pequeño recinto para la imagen de la virgen del barrio, exiliada en la sede parroquial de San Julián y ahora, unos cientos de metros más allá, colocada en su capillita "ad hoc".

¡Qué fácil aparenta ser feliz la gente: unos con sus tambores y otros con sus capillas! Modos de consolación para quienes, como casi todos, necesitamos escapatorias a los avatares de lo cotidiano. Noticias neutrales ya sean de celebraciones festivas, funciones religiosas o de corte más neutral como conferencias o exposiciones artísticas.

Nada de cicaterías presupuestarias o cabezonería y persistencia en la tortura animal, como la derecha local ha impuesto en el ayuntamiento con la tibieza del mayor partido de la izquierda que, a diferencia de su gente más joven, es decir, su futuro, han caminado por la senda de la tibieza sin la valentía suficiente para suprimir un anacronismo salvaje, al menos en nuestro pueblo. La cuestión de la supresión, de todas maneras, es cuestión de tiempo y breve.

Otro sí, con los perros en la playa, para los que los gobernantes foristas no encuentran lugar adecuado donde puedan acudir. Parece que se pretende habilitar la playa de Serín de acceso con pronunciadas rampas por la ladera de la Providencia. Los propietarios/compañeros de los perros solicitan un arenal más cercano el centro, al alcance de un breve paseo de la mayoría de la gente. Parece mentira que siendo el nuestro un pueblo donde abundan en gran manera los animales de compañía, los munícipes, del gobierno minoritario y de la oposición, muestren tamaña insensibilidad, cuando es la sensibilidad, precisamente, uno de los rasgos que debe definir la actuación de los gestores públicos. Este tipo de deficiencias indica un nivel bajo que no augura nada positivo. Porque, no lo dude nadie, las cuestiones del trato, bueno o malo, a los animales es una cuestión que cada vez será más tenida en cuenta a la hora de decidir el voto por esta o aquella formación política. Hay decenas de miles de animales de compañía en la villa y su concejo y, para muchas familias, el perro o el gato es un integrante más de ellas. Quien no lo tenga en cuenta o sepa analizar en su justa medida, será una formación en declive.

La municipal es una política de proximidad, se dice, y junto a los asuntos generales, con su propia enjundia, hay otras que van tomando forma y que son peculiares de cada lugar y el nuestro es plaza en la que la sensibilidad por el trato, toros incluidos, que se da a los animales se tiene en cuenta, y mucho, cada día más. Que nadie dude que a un grupo social o ciudadano se le puede juzgar perfectamente por el trato qie proporciona a sus animales, por eso a las instituciones públicas les corresponde ir por delante y aplicarse en una labor pedagógica con los hechos, es decir, con las normas que emiten.

Compartir el artículo

stats