Por fin. Ya era hora de que alguien pusiera las cosas claras. El titular que este mismo periódico publicó en una entrevista a la concejala de Cultura lo dice todo: "lo que más me preocupa es el acoso escolar", ese que agravado por el ciberbullying, más concretamente, está siendo de lo más demandado en este momento dentro de la problemática de niños y adolescentes en nuestra ciudad, porque esa es la realidad que yo vivo.
Años, muchos son los que llevo luchando contra este cáncer que va llegando a una metástasis que mata a muchos inocentes, si no físicamente, que por supuesto también, desde luego psicológicamente. Y que esas palabras vengan de alguien que ostenta la concejalía de Educación y Cultura y que es docente, aún me congratula más, porque quiere decir que sabe de lo que habla. Como lo sé yo. Hemos coincidido en un acto y he visto su preocupación por un tema del que muchos padres y profesores ni saben ni quieren saber, y sé que tiene grandes proyectos que espero pueda llevar a cabo. A pesar muchas veces de algunos que piensan que eso en su cole no pasa y su hijo nunca es el acosador, y si se meten con él, son cosas de críos y es entonces cuando por desgracia el niño va muriéndose por dentro, sin decir nada, hasta que empiezan los problemas de otro tipo: negativas a ir al colegio, peregrinajes por médicos por dolores de cabeza, pesadillas, vómitos, pruebas, hasta que alguien dice que vaya al psicólogo, que serán nervios. Otras veces acuden por fracaso escolar total y absoluto hasta que llega la fobia, se niegan a ir, o a seguir estudiando, y los padres asustados acuden a pedir ayuda, sin saber que ese niño, esa niña, lleva sufriendo cada día, cada domingo por la noche, cada segundo que oye que llega un wass o cuando se mete en una red social...
Así hasta las decenas de intentos de suicidio que he tenido que vivir a lo largo de estos años. Porque quizás no todo el mundo sepa que en España la segunda causa de muerte entre adolescentes es el suicidio y en jóvenes la primera causa externa. Jóvenes que arrastran esa lacra durante años.
Concretamente este verano he conocido a una mujer, madre y psicóloga, que me comentó que estaba a tratamiento por el acoso que recibió durante años, en los que la acosaron hasta llegar a apalearla a la puerta del colegio, sin que sus padres actuaran porque los padres de los otros niños eran amigos, y ella, como me decía, aprendió a quitarse las lágrimas en el portal, a disimular, como hacen tantos, hasta que años después vino la depresión, el miedo, la falta de autoestima, la victimización, ella toda una psicóloga.
Es una más de los cientos de personas que han sufrido y siguen sufriendo y como digo cuando hablo sobre esto, todos, absolutamente todos somos culpables. Porque somos espectadores, espectadores pasivos, acostumbrados, que miran para otro lado, porque los niños no sufren, los niños siempre son felices, y cuando deciden acabar con su vida será porque están mal de la cabeza... Esa cabeza que sus compañeros golpean por fuera o por dentro, sin que nadie pueda o quiera evitarlo...
Así que la buena noticia es que alguien que puede hacer algo se ha dado cuenta en nuestra ciudad, nos abre una pequeña luz en este túnel que tantos niños están atravesando. ¡¡A trabajar!!
