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Crisis migratoria: solidaridad y realismo

La necesidad de coordinar políticas internacionales para acabar con la guerra en Siria

Recientemente publiqué en LNE un artículo relativo a la actual presión migratoria que padece Europa, mayormente a costa de los devastadores efectos de la guerra en Siria.

En el artículo, afirmaba que esa situación se volvería insostenible por cuanto Europa no tiene capacidad para asimilar un número ilimitado de refugiados (que huyen de guerras) o de inmigrantes irregulares (que huyen de la miseria existente en sus países). Por tanto, se podría producir una "desunión europea" que Bruselas debía evitar mediante políticas migratorias comunes (y vinculantes), conjugando la solidaridad que concediera un asilo político selectivo con la defensa de las fronteras de la zona Schengen.

Llegados a este punto, entiendo que esta solidaridad debe ser tan sensata como realista, en función de la capacidad de acogida, y que no debemos confundirla con una simple ingenuidad de pensar que Europa puede admitir a todos los refugiados del mundo.

En tal sentido, aplaudí la política responsable mantenida por nuestro Gobierno al desear racionalizar la cuota de refugiados que Bruselas pretendía imponerle puesto que, como decía nuestra Vicepresidenta: "No se trata solo de admitir a un cupo de refugiados sino de integrarlos en nuestra sociedad, facilitándoles vivienda, sanidad y educación".

No obstante, el Gobierno parece haber cedido a la presión de Bruselas y de la oposición al estar en pre-campaña electoral; aceptando unos 17.000 refugiados, otorgándoles una partida inicial de 200 millones de euros, prometiéndoles trabajo y, según el Ministro de Interior, con 35.000 peticiones de asilo político para el año 2015; cuando la tasa de paro española supera el 20 %, y con muchas familias en precario, dependiendo del comedor escolar para alimentar decentemente a sus hijos; lo cual, a mi juicio, resulta inaceptable. Incluso más, considero que deberíamos huir de la demagogia de las ONG y los partidos políticos de la oposición (o los populistas) que critican la aún prudente postura del Gobierno; dado que la actual crisis no se gestionará con realismo mediante un discurso empalagosamente solidario, iniciativas municipales o autonómicas desmarcadas del Gobierno y de las directrices de la Unión Europea. o el deseo de "salir en la foto" , como en el aislado caso de Getafe.

Actualmente, Europa se está polarizando entre países sumisos a Bruselas, a los que se les pretende imponer cuotas obligatorias de refugiados y el llamado "Grupo de Visegrado" (Hungría, República Checa, Eslovaquia y Polonia) que rechaza dicha cuota obligatoria. A su vez, existen otros tres países exentos por decreto en aplicar las políticas de Interior de la U.E (Reino Unido, Irlanda y Dinamarca. Así, la reunión de los 28 estados miembros de la Unión del pasado 13 de septiembre concluyó con fracaso al carecer de acuerdos sobre "cuántos, cómo, dónde y cuándo" y, hoy día el 25% de países miembros de la Unión Europea "van por libre". Ello ha implicado la sobrecarga migratoria en países de tránsito o diana (sumisos a Bruselas) y ha forzado reanudar el control o cierre intermitente de fronteras (Alemania, Austria, Eslovaquia, Chequia -con claro efecto "dominó"-). Mientras Hungría ha cerrado "sine die" su frontera con Serbia desde el pasado 15 de septiembre, provocando un tapón que ha causado graves disturbios locales y generando otra ruta hacia Austria (por Croacia y Eslovenia); aunque, tras 48 horas, Croacia estaba saturada con 14.000 refugiados y anunció el cierre de fronteras.

El control de fronteras es básico para evitar amenazas terroristas de Al-Qaida o Estado Islámico (EI). Sería insensato afirmar que todos los refugiados son posibles terroristas pero, de igual modo, sería necio ignorar que Al-Qaida intente colar terroristas entre la avalancha de refugiados. Según se ha constatado, esta organización terrorista reconoce haber introducido a 4.000 yihadistas con la inmigración irregular y se aprovechará del caos resultante en los países "diana" de la U.E. si se saturan de refugiados.

Sin duda, las terribles imágenes de niños inmersos en los disturbios por el cierre de las fronteras, como está ocurriendo en Hungría, benefician al EI por demonizar a la UE; si bien se acepta que utilizar niños para superar la frontera es una estrategia conocida de estos grupos islamistas.

A mi entender, aparte de las políticas humanitarias hacia los refugiados, esta guerra de Siria solo concluirá cuando la ONU y los gobiernos occidentales actúen con firmeza "in situ". Actualmente, en Siria, solo la mediterránea región de Latakia permanece ajena a la guerra por ser el bastión de la minoría alauí propia de su tirano y genocida presidente Bachar el Asad mientras el resto del territorio sirio está arrasado o pertenece al EI . Así, mientras no sea eliminado El Asad (como origen del problema) y el Estado Islámico (resultante del enorme desgobierno registrado), la paz no volverá a la devastada Siria y, por lo tanto, no podrá ser reconstruida ni recuperada la diáspora de refugiados emigrada a Turquía, Líbano, Jordania y, ahora, Europa.

Hasta la fecha, el mutismo de los dirigentes occidentales sobre una intervención armada en Siria (precisa de una fuerza expedicionaria de 150.000 hombres) es sonoro, ya que solo se han dedicado a mandar drones y bombardeos selectivos. Ello se debe a que el tirano goza de un apoyo político y militar de Rusia, quien se ampara en la excusa de sustentar al régimen legítimo que lucha contra el Estado Islámico; cuando realmente ambos están masacrando al pueblo sirio, causando 12 millones de desplazados (incluidos cuatro millones de refugiados). Sin embargo, según las últimas noticias parece que por fin Rusia y EEUU van a coordinar una política común para finalizar la guerra.

Por otro lado, el problema tampoco se resolverá sin efectuar un cerco económico total al EI (producción de petróleo y sus actividades delictivas) ni sin la creación de un fondo solidario mundial que mejore las condiciones de vida de la diáspora siria en los campos de refugiados de Líbano, Jordania y Turquía y evite su posterior inmigración a Europa.

A su vez, Arabia Saudí parece jugar un falso doble papel al ser cuna de franquicias de Al-Qaida y dar su apoyo a los insurgentes, como en su ofensiva de mayo (al norte de Latakia) y, al mismo tiempo, pretende ser la aliada de Occidente.

¿Por qué no colabora junto con los Emiratos Árabes admitiendo parte de los refugiados sirios que son, mayoritariamente, de su misma religión?

En definitiva, la solución a los cuatro años de conflicto bélico sirio es complicada dado que existen muchos actores en escena sin renunciar a su protagonismo o beneficio. Así, en su próximo pleno, la Unión Europea deberá subsanar el "pecado de soberbia" de Ángela Merkel y afrontar la crisis conjugando solidaridad y realismo para alcanzar acuerdos con los países disidentes y evitar el riesgo de su fragmentación o desaparición.

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