No me refiero con el titular al intelecto, a la sesera, a su saber y entender. Se trata de su peinado, de su corte de pelo, jamás conocido en el mundo occidental. Tal vez proceda de tribus africanas o precolombinas que la chavalería imita como homenaje a los ases futbolísticos de su devoción.
No tengo razón alguna para oponerme, cada cual puede hacer con su cabeza lo que guste, salvo perderla. He conocido jóvenes con barbas apostólicas, o señores maduros con bigotes a lo Charlot; y actualmente no dejo de ver en la tele futbolistas con cresta.
Lo importante de las testas balompédicas ha de ser lo de dentro, lo indispensable para pensar, crear y triunfar. En determinadas religiones se practica la tonsura parcial o total. Ni tanto, ni tan calvo. Otro día hablaremos de la cabeza de los forofos. Alguno parece que la ha perdido.