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Crítica / Arte

La naturaleza asturiana según José Segador

José A. Segador López nació en Barros, Langreo, el año 1951. Desde muy niño sintió inclinación por el dibujo y la pintura, pero tuvo que andar ganándose la vida, en vez de recibir una formación adecuada que diera satisfacción a sus aspiraciones. Siendo todavía un niño, se levantaba de madrugada y a las cinco de la mañana estaba vendiendo periódicos a las puertas de la empresa Duro Felguera. Vino un señor que le dijo: Estás pasando mucho frío, vente conmigo a la panadería, que allí estarás bien calentito junto al horno de pan. Así fue. Pero al poco tiempo le mandó a repartir pan desde La Felguera hasta Riaño, por montes, calles y plazas, el pan que iba en los cuévanos de una mula. De modo que su primer oficio fue oficial de panadería a los 16 años en Gijón. Luego entró en Ensidesa, donde ha permanecido hasta su jubilación. Ahora tiene más tiempo para pintar y cuidar de sus nietos. Su estudio de La Calzada, cercano a la iglesia de Fátima, está lleno de cuadros que esperan ver la luz. Sigue haciendo en casa frisuelos y rosquillas, que no ha olvidado el oficio de panadero. Cuenta que la mayor satisfacción de su vida ha sido ver a sus hijos aficionarse al dibujo y la pintura. Luce una barba blanca, porque pronto llegará la Navidad y saldrá de Papá Noel o Santa Claus, versión contemporánea del San Nicolás de Bari, durante siglos patrono de la familia y defensor de los niños. Forma parte del grupo de pintores solidarios que apoya las iniciativas de "Expoacción", que dirige Jesús Santos Villagrá.

En estos últimos años José Segador ha expuesto en el Ateneo de la Calzada (agosto de 2007), en el Corte Inglés de Gijón ( otoño de 2011), en el Centro Municipal Integrado Pumarín Sur (verano de 2012) y en otros varios lugares. Ha hecho también la experiencia de participar en concursos de pintura rápida, pero a mi entender creo que ha desistido, porque eso de la rapidez no es lo suyo. Por el contrario, le encanta demorarse en la obra, intervenir en la pintura como se amasa el pan, sin pensar en ahorrar pigmentos, dando toques y más toques con tranquila morosidad, hasta obtener esas texturas que son características de su producción pictórica, la inmensa mayoría sobre tablero de fibra de madera y unos pocos sobre lienzo. Piensa que la infancia y la madurez son los periodos más creativos de una vida humana, y que la inspiración aflora y surge de dentro cuando paseas y meditas, cuando te sumerges en la contemplación, palabra que significa "estar en el templo", el templo de la Naturaleza.

En cuanto a la naturaleza de Asturias, la conoce muy bien, pues desde muy joven ha pateado montes y caleyas, los Picos de Europa y los senderos al borde del mar, los bosques de hayas y robles de Asturias tanto como las sendas litorales. En estos paseos meditativos, el pintor toma apuntes, dibuja bocetos anotando la particularidad de los colores y dispara su cámara fotográfica. El trabajo lento se hará después en el estudio.

En esta exposición del Corte Inglés tenemos 19 cuadros y entre ellos 3 marinas, 4 urogallos, 2 vistas del Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu y 7 de cabañas y caminos. Se inspiran en lugares bien conocidos e interesantes de Asturias, como los Picos de Europa, las brañas de Somiedo, El Pino (Aller), Proaza y el bosque de Muniellos.

El urogallo canta o emite gritos de reclamo a las hembras al tiempo que despliega su cola en época de celo, desde marzo a primeros de mayo, al amanecer y al atardecer. Es un motivo que José Segador repite, tanto por lo espectacular del animal como por lo bien que se adecua a su modo de pintar. Un motivo que permite al pintor exhibir sus mejores cualidades, como las texturas para pintar la cola del urogallo y cómo se levantan las plumas del cuello durante el canto, los toques de color diferenciados del blanco al negro en el abanico de la cola y los reflejos verdes metálicos de las plumas del pecho. Pinta igualmente bien el pelaje de vacas y burros.

Otros paisajes en que el pintor se luce especialmente son las caleyas y arboledas, donde José Segador demuestra lo bien que se le dan los árboles, que pinta con gran eficacia al claroscuro, y la combinación de colores entre primeros términos y fondos. Tomamos como ejemplo el viejo castaño con portiella azul, tomado en Proaza, o el titulado "Anuncio de primavera", donde toques rosados se atisban al fondo de la arboleda.

En resumen: buen dibujo, sentido del color y texturas como de corteza de pan amasado, son características esenciales de la pintura de José Segador.

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