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Dos nuevos cierres hosteleros en Gijón

La pérdida de dos establecimientos en la zona del Muro que suman ochenta años de presencia local

Dos cierres más de establecimientos hosteleros se producirán en próximas fechas en Gijón. En este caso los dos en el Muro: La cafetería Zafiro, en Rufo Rendueles 6 y el conocido México Lindo. Dos lugares de encuentro con larga trayectoria que suman entre ambos más de ochenta años de presencia ante la playa de San Lorenzo.

Por lo que dicen sus dueños, las causas son parecidas, por una parte la crisis y por la otra el acoso municipal que aplica unas normas de terrazas empeñadas en sacrificar la supervivencia de los negocios por una estética caprichosa, manejada por manos, no sólo inexpertas, sino también intratables, donde se centran la mayoría de quejas de la hostelería media gijonesa. Con una falta de diálogo y una negativa cerril a escuchar argumentos en pro de buscar fórmulas que favorezcan la continuidad de las cafeterías.

Sabemos que el escaso verano gijonés es la salvación a medias de la supervivencia de las cajas de los bares para poder luego soportar el duro invierno económico. Y por ello con la necesidad de aprovechar cualquier resquicio para sacar un euro más, mantener las plantillas y obtener algún beneficio. Pero el capricho de unas ordenanzas lesivas, como si Gijón fuera Marbella, convirtiendo las terrazas en objeto de persecución, delimitando espacios de modo caprichoso, corrigiendo cierres razonables, en cuyas obras los propietarios invierten muchos dinero, para buscar el mejor acomodo de su clientela, en una zona castigada por el viento, donde se necesitan unas estructuras y unos anclajes determinados para luchar contra esa contingencia propia de la costa gijonesa, ahí la municipalidad se regodea imponiendo cuantiosas multas.

La eliminación de terrazas adosadas a las paredes ha sido un golpe fuerte para muchos pequeños negocios que pagan puntualmente sus impuestos y que buscan cualquier rincón para poder arrancar un euro y poder pagar el precio de un trabajador al mes, que ronda los dos o tres mil euros. Una norma que no se aplica de igual modo en todas partes. Dicen que es para evitar que los ciegos tropiecen. ¿Qué habrá que hacer entonces con todos los pivotes que surgen en los inicios de los pasos de cebra que entorpecen el paso de todo tipo de peatones, coches de niño, etcétera?

Da la impresión de que en la ciudad sólo prosperan los macro negocios de hostelería, esos, entre otros, que por cuatro euros te venden dos cervezas y te dan de pincho dos tablas de embutidos variados. Para que luego digan que los milagros no existen. O a lo peor es otra cosa que desconozco.

Un Muro de San Lorenzo sin la hostelería tradicional ya no es lo mismo. La agonía municipal que se prolonga cuatro años más se caracteriza por el mutismo y la imposición. Si en vez de favorecer los negocios los acosan, sobre todo en momentos tan complejos como los actuales, no se puede esperar un turismo en alza continua.

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