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Andrea

El derecho a una muerte digna para una niña

Andrea... me duele hasta escribir tu nombre. Me dueles terriblemente tú y tus padres y tu familia y la vida que no has vivido. No sé qué pensar, ni que haría yo en el caso de tus papis. Espero, rezo, te lo juro, para que no seas consciente de nada, pero eso ¿sabes? quizás nunca lo sepamos y estás ahí, atrapada en un cuerpo que de alguna forma ha mantenido tu madre que como ella decía ha sido tu soporte, pero que tú no sientes como tuyo. Sólo para el dolor. Eso es lo que me mata. ¿Sientes dolor Andrea? ¿Es posible que alguien deje que sigas sufriendo? Te juro que no me lo puedo creer. Si realmente es irreversible, para qué seguir manteniendo artificialmente tu vida... pero si lo hacen será que hay una posibilidad de que puedas de alguna forma recuperarte, aunque sea para vivir como antes... poniéndote de mal humor o de bueno, durmiéndote en el cine si te aburres o estando contenta con ese lenguaje de amor que tu madre y tu inventásteis. No lo sé. Pero esos padres tienen todo el derecho del mundo a saberlo. Tú no has podido hacer un testamento vital, tú has luchado toda tu vida, cariño, cuando sólo te daban unos pocos años de vida. Y ahí estás con 12 años que pesan como una losa en el alma de tus padres, sufriendo con cada ingreso, con cada problema de los muchos que has tenido. Mira Andrea, yo no soy partidaria de la eutanasia... quizás porque creo en los milagros y no me siento capaz de decidir cuándo y cómo debo irme; eso se lo dejo a Él, porque yo creo y también en los milagros, en la esperanza... pero esto no tiene nada que ver con eso. Yo, gracias a Dios, puedo hacer un testamento vital que por supuesto haré lo antes posible. Esto tiene que ver, Andrea, con que dejes de sufrir, y eso, es algo que seguro sabe mejor tu madre que los médicos. Ya sabes, vida, las madres sabemos más que nadie, vemos con los ojos del alma... por eso, ella dice que ya no sonríes, que te duele y yo Andrea muero un poco contigo cuando la oigo. Y ¿sabes? No hago más que oír lo del bien del menor, pero luego al menor no se le protege. Porque cuando es menor, los responsables, los que conocen, eligen y deciden son los padres y por desgracia y no sólo en estos casos Andrea, sino en otros muchos, "ese bien al menor", lo tiene que administrar un señor (juez) que no te conoce de nada, ni a ti ni a tus padres, que quizás se equivoque y te haga mucho daño, pero que no sé por qué razón parece que es Dios, nunca mejor dicho. Pueden decidir sobre la vida y la muerte, ya ves. Ellos que no te concibieron, que no te cuidaron, que no te amaron, son quienes van a decidir si te dejan descansar de una vez o no. Me parece todo absurdo, pero sobre todo cruel. Para ti, cariño, para ellos para tus padres que ya no saben qué hacer y que saben que el hecho de verte irte de una o de otra forma va a depender de una toga negra que interpretará la ley, quizás de una forma distinta a otro en otro sitio de esta España nuestra, con tantos vacíos legales. Porque esto, Andrea, es algo tan íntimo, que me da pudor que alguien intervenga. Aquí solo estáis tú y ellos. Ellos te han querido y mimado; ellos saben lo que quieres, de eso estoy segura. A mí, Andrea solo me queda rezar para que te vayas de la forma más dulce posible... lo antes posible, mi niña.

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