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Ortegada en Jaca

Memoria de una reunión familiar y de un recorrido histórico-artístico

Tengo unos primos que son Álvarez-Buylla Ortega y me cuentan los viajes que hacen todos los años, recorriendo España para reunirse, conocer sitios y disfrutar. Parece ser que hace unos años un Ortega, Marcelino Coll Godó, quiso conocer a sus parientes que estaban esparcidos por España, sobre todo en Cataluña, Asturias y Madrid. Así que después de una labor ardua de investigación consiguió reunir a 300 en Caldetas, Cataluña. Todos lo pasaron maravillosamente, muy bien organizado y quedaron encantados de haberse conocido. En vista de lo cual decidieron hacer un viaje todos los años.

Mis primas me cuentan siempre esos viajes, lo bien que lo pasan, lo que disfrutan viéndose otra vez, lo bien organizados que están... A mí siempre me dan una envidia tremenda, con lo que a mí me gusta viajar. Este año me contaron que el viaje era a Jaca. Yo no conocía Jaca, ni Huesca, nada de toda esa zona, entonces solicité apuntarme como una Ortega más ya que soy medio pariente. Me aceptaron y fui. El viaja fue estupendo, organizado por Chantal Coll a la perfección y todos me aceptaron con cariño. Forman un grupo estupendo, educado, encantado de volverse a encontrar, felices con la organización, nadie se queja de nada. El grueso del ejército es catalán y asustado con lo que está pasando en su tierra.

Para empezar, Jaca fue una sorpresa para mí, yo creí que era un pueblo, perdido por los Pirineos y frío como un cuerno. Pues no, es una ciudad pequeñita, muy bonita y animadísima. La zona antigua, peatonal, llena de bares de tapas, restaurantes, de tiendinas abiertas todos los días, llenas de gente.

La catedral de Jaca es una de las más importantes del románico español. Su construcción por orden del rey Sancho Ramírez en 1077 sirvió para consolidar la primera catedral del primitivo reino de Aragón.

Lo que más me gustó de la ciudad fue la Ciudadela. Es una fortaleza mandada construir por Felipe II para contener las invasiones del Sur de Francia, dirigidas por Antonio Pérez y como elemento apaciguador de las revueltas internas. Está maravillosamente restaurada y parece que fue construida antes de ayer. Aquí metí yo la pata como me suele suceder por no preguntar. Me dijeron que había unas representaciones en las que se contaban la historia de la fortaleza, de la zona y de la época, así que después de rogarle a la taquillera que me vendiera una entrada -pues estaba lleno- me la vendió. Llegué a la función por los pelos. Después de haber estado todo el día visitando pueblos, subiendo y bajando escaleras, pendientes y rampas, estaba molida pero pensando en una sillita y gozar de la historia. Cuando vi al grupo me escamé un poco: la mitad eran niños y la otra mitad sus papás; yo la anciana, por supuesto. Resulta que era todo el tiempo de pie, dos actores que cambiaban los papeles en cada escena. Lo importante no era la historia, era entretener a los niños. Chistes idiotas, sacar a los niños y darles una espada o un tambor, los niños y papás felices y yo, a punto de darme un infarto, aguanté hora y media de semejante tortura.

Lo demás todo positivo. Visitamos pueblos maravillosos, Ainsa mi favorito, capital de la comarca de Sobrarbe, fundada en el 724. Su casco antiguo medieval está declarado Monumento Histórico Artístico. Todo lleno de antiguas casas de piedra, con unos balcones magníficos, el suelo empedrado. La plaza medieval fue escenario de numerosas ferias y mercados, es la única de España que conserva sus construcciones originales, sus porches, de estilo románico.

Visitamos también la Iglesia de San Caprasio de Santa Cruz de la Serós, unos de los ejemplos más interesantes en los Pirineos. El Monasterio de San Juan de la Peña, cubierto por una enorme roca. Otros pueblos preciosos, Hecho, Ansó, Torla. Y todo el tiempo bordeando los Pirineos con unas vistas impresionantes.

Recomiendo una visita por esos lugares, eso sí, preparados a subir y bajar cuestas sin parar ¡qué martirio! El lunes nos despedimos todos con pena y decididos a repetir el año que viene. Creo que he sido aceptada por los Ortega.

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