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Crítica / Música

Cuando las voces no sólo cantan

"El sonido de las palabras". Pocas veces el nombre de un programa ha sido tan claro y tan acertado; el Coro "Luis Quirós" demostró el pasado miércoles que la música coral va más allá del canto y que las palabras de las obras son más que su contenido semántico y tienen valor también por su morfología fonética. El repertorio era arriesgado, con piezas que exploran sonoridades, timbres y lenguajes alejados de la tonalidad o de las estructuras convencionales. Un recorrido por el repertorio "a capella" del siglo XX de la mano de compositores españoles e internacionales de renombre en la música contemporánea, y todo con el trabajo vocal de un coro que se desenvolvió con soltura ante la diversidad de propuestas y la elevada exigencia de las obras bajo la batuta (figurada) de Avelino Alonso, quien además dio a este recorrido un acertado carácter didáctico introduciendo cada pieza con una explicación.

La propuesta fue de menos a más, y a medida que avanzaba el concierto nos adentrábamos en lenguajes más alejados de lo que el común de los mortales podría considerar música. Es más, fue un arranque suave, con la "Fantasía de Alala" del gallego Julio Domínguez iniciándose con un murmullo a boca cerrada a modo de bordón y una melodía popular. Sin embargo, no tardaron en aparecer las disonancias y los pasajes agresivos, casi violentos, a boca abierta. El patio del Antiguo Instituto empezaba a transformarse cargando su atmósfera de sonoridades contrastantes. El "Paternoster" de Manuel Sanchidrián mantenía estructuras plenamente musicales, como la textura contrapuntística, pero sin notas, a base de palabras de un oración que pasaba de la plegaria plañidera al "gorigori" del gregoriano fingido. Un compendio de pasajes sonoros contrastantes como los choques entre la polifonía de corte renacentista y la música de raíz que se dan la mano en el "Lacrimosa" del cubano Calixto Álvarez.

Siguiendo con las estructuras musicales a base de palabras, la "Geographical fugue" de Ernst Toch resultó una metáfora evocadora construida a base de nombres de diferentes lugares del mundo. Los "Juegos gráfico-musicales" de Jesús Villa-Rojo derivaron en un ejercicio de deconstrucción de las propias palabras en sílabas y en fonemas que con la búsqueda de distintos timbres y la exploración de diferentes tempos se convirtieron en mera materia sonora hasta agonizar en una larga sucesión de alientos. Aún más radical, aunque también mundialmente conocido, fue el "4:33" de John Cage, la pieza sin sonido, la interpretación muda, pero gestual y temporal, estructurada en tres partes. Décadas después de su estreno sigue sorprendiendo allí donde se interpreta. El "HymneanLesbierinnen" de Gerhard Rühm nos devolvió al terreno de la poesía poética, escrita para ser escuchada, no leída. Y, como colofón, un guiño al influyente movimiento Zaj de nuestro país con la performance "De cómo tomar un agua cualquiera y darle forma de cubo" de José Igés.

Sabíamos que Gijón era tierra de coros, pero lo que presentó la formación "Luis Quirós" el pasado miércoles va más allá de la música coral e implica un buen conocimiento del repertorio contemporáneo, muchas horas de preparación y valentía para afrontar las exigencias de cada obra. Un trabajo magnífico, hecho con profesionalidad y con entusiasmo, y eso se podía respirar en el ambiente.

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