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Jugando con el Ibertrén

Cuando era pequeño los Reyes me trajeron un Ibertren. Con él dejé llevar mi imaginación más allá de las paredes de mi habitación, con él puse y quité vías, con él eliminé y construí estaciones, diseñé espacios, construí edificios, puse fuentes y jardines, paseos y pasos elevados, construí carreteras, aparcamientos, coloqué a ciclistas en competencia con el tren. El Ibertrén me hizo soñar.

Han pasado 45 años y de nuevo he vuelto a él y todo gracias a mis gobernantes nacionales, regionales y locales que llevan 15 años jugando con el Ibertrén del futuro de Gijón y de Asturias.

Mi Ibertrén fue a costa de la carta a los Reyes Magos y el sudor de mis padres, el de éstos es cosa de los dineros públicos de todos, otra vez con el sudor de mis padres, el mío y el de todos los ciudadanos.

Juegan y lo hacen igual que yo hace 45 años: Quitan y ponen vías, quitan y ponen estaciones, diseñan pasos elevados o subterráneos según les de el "siroco", pintan coches, los quitan, los vuelven a poner, prueban jardines con plantas, sin plantas, traen palmeras de Algeciras, de Túnez o de Siria si hace falta, que para esto si hay dinero. Todo con tal de seguir jugando, todo con tal de entretenerse y entretenernos.

Y el Museo del Ferrocarril solo, casi abandonado.

Recuerdo que mi madre, si no recogía el tren al final del día, me castigaba con no ir al cine o sin comer chuches. No se me ocurre que castigo les pondría a nuestros gobernantes después de 15 años jugando a no hacer nada, 138 millones de euros enterrados en un túnel, tres estaciones de tren eliminadas, cientos de metros de vías barridos, una empresa gestora, Gijón al Norte, que nos cuesta un pico y la desazón final de que esto va para muy largo.

Visto como va todo esto, casi mejor le pido a los reyes un Ibertrén para mis nietos.

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