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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Sólo por fastidiar

Inoportuna y desabrida pretensión de cambiarle el nombre a la clásica calle de la Merced

Cuando después de ocho años, dos mandatos consecutivos, los socialistas decidieron que José Manuel Palacio, hasta entonces su alcalde y el de todos los que somos en esta villa marinera, al interesado le sentó como un tiro. Así son las cosas de la democracia: hoy te consideran el idóneo y mañana ya no. La cosa le sentó como un tiro al interesado, que no se conformó. Tan es así que dejó de pagar la cuota correspondiente y, pasado el tiempo que entonces marcaban los estatutos, fue dado de baja en la organización, como quien se da de baja de un club a la chita callando. Libre de disciplina partidaria, con un pequeño grupo de también descontentos de cómo el PSOE llevaba las cosas por entonces, se presentó con una pequeña formación local, creada a su medida, encabezó una candidatura y obtuvo tres concejales. Fueron cuatro años que le sirvieron para destilar rencor e intentar hacer la oposición a su antiguo grupo político. Tan patético fue que, a la siguiente, no obtuvo ni un concejal y su vida política se extinguió, no sin que, generosamente, quien le sucediera, arreglara las cosas para que pudiera cobrar una jubilación decente. Luego, tras unos años de decadencia y de olvido, el pobre hombre se murió, pero quedaron algunos de sus turiferarios que llevan unos años reclamando una calle para el antiguo alcalde.

Como no consiguieron la burrada de cambiarle el nombre a la avenida del Llano por la de alcalde José Manuel Palacio, tras unos cuantos meses apaciguados tras la bofetada recibida, ahora, apoyados por otros que demuestran actuar con parecido resentimiento al suyo, intentan otorgar el nombre del desaparecido prócer a la actual calle de la Merced, que ya son ganas de fastidiar.

Es humanamente comprensible que los dos pobres desgraciados que acompañaron a Palacio en su última aventura edilicia reivindiquen su figura, al fin y al cabo es también reivindicarse a sí mismos, y persistan en que se dedique una calle a quien fuera alcalde que, vistos otros honores concedidos a ciertos personajes que figuran en el callejero, tampoco es tan extraño. Pero lo que resulta raro es que se quiera quitar un nombre de siempre a un vial para ponerle el del desaparecido político local. Lo lógico es dar su nombre a una nueva calle o plaza de la ciudad siempre en crecimiento. Pero eso sería hacer las cosas de modo normal, sin chinchar a nadie que, en definitiva, es lo pretendido por el grupo que ha hecho la propuesta, que no es otro que la marca blanca de Podemos en la localidad.

Se espera que el resto de la Corporación muestre un mínimo de sensatez y no se sume a la vengativa y tonta propuesta que tan poco dice de la sensatez y mesura de sus proponentes, así como deja al descubierto su ánimo vindicativo. El caso es el afán de molestar más que el de solucionar problemas de la gente y, más aún, a costa de perjudicar a los intereses de vecinos, particulares, profesionales o comerciales de la calle en cuestión.

Si Palacio hubiera sido el magnífico alcalde que sus ya escasos partidarios dicen que fue, no hubieran sus compañeros de entonces sentido la necesidad de cambiar de candidato. De él se dice que fue honrado, pero poco más se dice. ¿Cuántos otros alcaldes o concejales, y no digamos miles de ciudadanos sin nombre de calle que los recuerde, ha habido honrados? ¿No lo han sido sus sucesores? Se nos vende la honradez de un político como único valor, que coincide curiosamente con el lema que sirvió para su aventura política casi en solitario. Es decir, se nos vende como valor algo que se le supone a todos, a no ser que se esté insultando al resto.

No. Palacio ni fue para tanto ni su memoria merece que se mute el nombre clásico de una calle clásica de nuestro pueblo que lleva muchos años llamándose como se llama. Sean sensatos los concejales que no han propuesto la desmesura y téngase en cuenta al desaparecido personaje para otorgar su nombre a alguno de los nuevos viales que, a buen seguro, se trazarán y urbanizarán en nuestro pueblo, pero sin fastidiar a nadie, cuestión que ni siquiera merece la memoria de un personaje que pasó por el primer sillón municipal de forma más bien gris.

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