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Musicólogo

El Sporting suena de cine

La música protagoniza el homenaje por los 110 años del club, en el que la OFA tiró de fondo de armario

Fútbol y música se dieron la mano el pasado viernes en el teatro de la Laboral. La ocasión fue la celebración de los 110 años del Sporting, y el acto lo vistió de gala la actuación de la Orquesta Filarmónica de Asturias (OFA) con un repertorio variado que contaba con el estreno de dos obras dedicadas al club gijonés como platos fuertes del programa.

La OFA tiró de fondo de armario para la primera parte, con un repertorio de bandas sonoras de distintas épocas y géneros cinematográficos que ya ha interpretado en varias ocasiones. La apuesta fue acertada y celebrada por un público que aplaudió entusiasmado al final de cada pieza, siguiendo las indicaciones de Pachi Poncela y Manfredo Álvarez, que ejercieron de maestros de ceremonias. La "Ben-Hur" de Miklòs Rozsà sonó correcta, al igual que "Piratas del Caribe" y "El señor de los anillos"; hubo algún desajuste en "Lawrence de Arabia" por la variación de tempos, pero en general todo sonó convincente bajo la batuta del asturiano Mariano Rivas.

Las bandas sonoras fueron el preludio perfecto para los grandes estrenos. Las obras de Miguel Nistal y Juan Carlos Casimiro tenían mucho del lenguaje postromántico que predomina en la música de cine de gran orquesta: riqueza de colores tímbricos, temas épicos y grandilocuentes que guían el desarrollo de la pieza, armonías con numerosas modulaciones, cambios de textura? "Ciento diez años" de Nistal comenzó desde abajo, creando una tensa atmósfera de "pizzicati" que se encargaron de engrandecer los vientos hasta la llegada del tema principal, una melodía con fuerza y determinación, evocadora del espíritu del club. Las disonancias y los retardos de las trompas sobre los colchones de cuerda hicieron aún más épica una obra que buscó el efecto con la interrupción en el clímax para resolver en una cadencia preparada que, quizás, llegó demasiado pronto. Lástima que la pieza no se hubiera prolongado más, porque el tema pedía más desarrollos.

En la misma línea postromántica, aunque más conservador en cuanto a leguaje, se situó la obra "Coraje y pasión" de Casimiro. El redoble de caja, presente en muchos pasajes de la pieza, convirtió lo épico de la melodía en casi marcial. Aquí el tema sí tuvo tiempo para desarrollarse, y es que Casimiro es un maestro en lo de armonizar melodías dándoles peso y fuerza, como ha demostrado con la música popular asturiana en la "Canción a la Tierra".

La segunda parte fue un compendio de fragmentos de piezas clásicas: el preludio de "Carmen", la obertura de "Guillermo Tell", la "Danza Húngara nº5" de Brahms. Grandes éxitos del repertorio de orquesta entre los que destacaron la bacanal de la ópera "Sansón y Dalila" de Saint-Saëns o la "Danza Eslava nº8" de Dvorak. El cierre no podía ser otro que el himno del Sporting, que estrenaba una orquestación de Miguel Nistal. Difícil labor la de meterle mano a un tema tan asentado y cargado de significados, por lo que es comprensible que Nistal optara por la discreción en esta versión sinfónica. Además de las palmas, algunos se atrevieron a cantar, o a canturrear, porque sobre todas las voces se impuso la de Pachi Poncela, que hizo gala de sus dotes líricas entonando las estrofas del himno.

Fue un acto divertido, dinámico y emotivo en el que se dieron cita más de medio millar de espectadores; una mareona de sportinguistas que acompañan al club hasta en la sala de conciertos.

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