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Presidente de Nuevas Generaciones del Partido Popular de Gijón

A colación de la coalición

Hubo un tiempo en el que se dividió al electorado por la ceguera de la revancha

A colación de la coalición, declaran Carmen Moriyón y Fernando Couto que nada va a cambiar en Gijón, pues toda esta historia es para ellos un mero recuento de votos, un matrimonio de conveniencia destinado a amarrar parlamentarios a priori perdidos, una historia navideña de reconciliación, un efímero obsequio a todos aquellos que verdaderamente tienen fe en que las ideas se pueden sobreponer al partidismo. Carmen y Fernando dicen que este encuentro regional "en modo alguno cambiará el pasado, ni las circunstancias futuras" en nuestra ciudad. Permítanme que discrepe de ambos.

Tal vez no podamos cambiar el pasado, pero sí podemos aprender de él. Podemos aprender que hoy gobierna el socialismo en Asturias por la división del centro-derecha; o bien, que en la vida puede haber algo más importante que las cuitas personales, y que el egoísmo político no es ninguna suerte de servicio al ciudadano, sino un mero placer para el ego y la irreflexión. Ese pasado inamovible está ahí para recordarnos, si nuestra cobardía no nos lo impide, quiénes éramos y quiénes deberíamos pretender llegar a ser. Porque, en efecto, hubo un tiempo en el que se dividió al electorado por la ceguera de la revancha y, ahora que se abre una pequeña puerta para la esperanza, no podemos ser tan egoístas como para ofrecer únicamente un pasajero regalo de Navidad. Permítanme que discrepe también con Carmen y Fernando sobre esa resignación ante el futuro, ese dejarse caer en manos del destino, esa repentina incapacidad para ser dueños de sus pasos. En política se está por la convicción de que otro mundo es posible, y no para ser meros gestores del devenir. Tal vez de esta filosofía venga su papel de albaceas de la herencia socialista en Gijón, meros cuidadores de los dones que Paz y Vicente les legaron y que, con sumo cuidado, mantienen intactos en nuestro Ayuntamiento a la espera de que algún familiar cercano los reclame.

Finalmente, permítanme también que conmine a ambos a volver a creerse capaces de recuperar las riendas de su futuro, sacudiéndose esa negatividad gris y burocrática a la que la política parece haberles empujado. En definitiva, a colación de la coalición entre el Partido Popular y Foro me gustaría que alguien pudiese albergar una esperanza, porque los ciudadanos no cuentan votos ni escaños, cuentan personas que defiendan sus principios e ideas. Pese a lo que opinen Carmen y Fernando, yo creo que todos somos capaces de aprender y de cambiar. Es más, tal vez desde los despachos del consistorio no logren apreciarlo, pero esto mismo es lo que los gijoneses y los asturianos reclaman. Al fin y al cabo, hay que ser humildes y aceptar que nadie tiene el monopolio sobre unas determinadas ideas pero que, por contra, el rencor sí que es posiblemente la más individual y excluyente de las emociones.

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