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Tormenta de ideas

Insumisión a favor de la historia

Insumisión. Me lo decía una amiga con muy buen criterio. Yo soy un comerciante, un profesional, un particular y no cambio el nombre de la calle de La Merced por mucho que a un grupo de ineptos se le haya ocurrido semejante ocurrencia. Una calle más que centenaria y que además está en un eje comercial de plena actualidad. Me parece lógico sabiendo en manos de quienes estamos. Veamos, ¿no se podía poner el nombre del susodicho, al que tengo el máximo respeto, a un nuevo parque o calle, como se ha hecho toda la vida de Dios? Vamos, es que yo juro que soy de la calle de La Merced y voy con cacerolas a darles en la cabeza a quienes se les ocurrió semejante bobada. Bueno, sí sé a quién, pero lo que no me puedo creer es quienes votaron a favor. Es que no doy crédito. ¿Pero esta gente es de Gijón de toda la vida? ¿Pero no son conscientes de que es una calle con solera, y que ya lo era con nuestros padres y abuelos? ¿Pero en serio que no se les ocurre otra cosa mejor? Pues menudas cabezas pensantes tenemos presidiendo nuestra ciudad... Pienso que si no son capaces de entender el grave perjuicio que esto va a ocasionar, ni se me ocurre pensar qué harán cuando haya cosas más importantes que decidir. De verdad que estoy alucinando, me parece todo como una mala película de Almodóvar, que no es santo de mi devoción. Todos los comercios, muchos de ellos nuevos, por cierto, con sus bolsas y sus tarjetas a la papelera, que seguro que la nueva nomenclatura se la pagan los que la votaron. Porque pensemos... Resulta que dentro de cuatro años vienen otros que deciden que va a ser que no, que Palacio no merece tener una calle, porque resulta que a los nuevos les sale urticaria y van y deciden cambiarlo, pongamos por el de Pablo Iglesias, pero no ese Pablo, sino el otro, o sea, Pablo Iglesias Turrión, que es el que les mola, porque Palacio no era suficientemente de izquierdas para ellos, que todo puede pasar en la viña del Señor, habida cuenta de lo que vemos, tampoco es tan descabellado. Y así, pues hacemos con las puñeteras calles lo mismo que con las leyes de educación que vamos cambiando según esté uno u otro gobierno. Lo que no acabo de entender es la postura de nuestra señora alcaldesa, a la que les juro presuponía mucho más visionaria, pero va a ser que no. Va a ser que igual no hay algo de reparo a oponerse según a quién, porque si no yo no le veo ningún tipo de justificación. Ya puestos, y como está tan de moda los plebiscitos, ¿qué tal si hacemos uno? Que nos pregunten a todos los gijoneses, no solo a los pobres ciudadanos de la calle de La Merced, si nos parece una idea acertada. Les juro que espero y deseo que esto sea una "boutade" más y que mañana rectifiquen y sean conscientes de lo ridículo y absurdo de la medida. Vamos, que yo, como decía mi amiga, no lo cambio ni en el GPS. La calle de La Merced es y será siempre la calle de La Merced. Pese a quien pese. Insumisión. Sus vecinos tienen todo mi apoyo. Si quieren "manifa", allá voy, que de verdad que una se cansa de tanta idiotez y tanto despropósito. Creo que he escogido la profesión del futuro... Hay mucho, pero que mucho pirado por el mundo.

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