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Agradecimiento

Rodeados de nuestros seres queridos en la presentación de los poemas de mi padre

Hoy es día de agradecimientos porque es de bien nacido ser agradecido. Tanto mis hermanas como yo queremos agradecer a todas las personas que abarrotaron el salón de actos del Ateneo Jovellanos para acompañarnos en la presentación del libro de poemas "Celda 42" de José Benito Alvarez-Buylla, nuestro padre.

Fue hermoso vernos rodeados de parte de la familia, mi marido, todos nuestros hijos y algún sobrino, primos etc. Además todos mis verdaderos amigos y ex alumnos del poeta.

Creo que puedo decir sin faltar a la verdad que fue un acto entrañable. En su preparación habíamos colaborado todas las hermanas, así que fue una labor de equipo. En la mesa estuvimos mi hermana Susana y yo que hablamos de la parte familiar, de nuestros recuerdos de nuestro padre, de nuestro amor y admiración por él. Del dolor que siempre sentimos por el duro papel que le tocó jugar en la vida.

Me he sentido agradecida de haber tenido un padre como el nuestro y de que mucha gente se uniera al homenaje y le recordara como fue: un gran hombre. Estoy segura de que se hubiera sentido orgulloso de sus hijas.

Me temo que cuando nosotras éramos jovencitas fuimos una fuente de desilusión para él. Quería que fuéramos tan estudiosas y brillantes como él, pero no entendía la idiosincrasia femenina. Para nuestro padre los estudios habían sido la parte primordial de su vida, disfrutaba estudiando, pero para nosotras eran otra cosa. Éramos inteligentes las cinco, sin falsa modestia, unas estudiaban mejor que otras pero sabíamos que fuera de nuestra casa y nuestro colegio había otra vida y queríamos vivirla. Por ello obteníamos a veces buenas notas, a veces menos pero él quería matrículas como las suyas. Tuvo matrícula de honor en todas las asignaturas de derecho menos en una. Claro nosotras no éramos así.

Me acuerdo que para mí era difícil asimilar un padre tan brillante y yo me rendí pronto pues siempre creí que estaba a años luz de él y nunca podría emularlo. Con el tiempo descubrí que yo tenía otras cualidades que compensaban las de José Benito. Hay que recordar que él tenía a su lado a nuestra madre, Covadonga, que le solucionaba los problemas prácticos de la vida. Como siempre detrás de un gran hombre hay una gran mujer.

Yo tenía que ocuparme de la casa, los hijos y mi trabajo, fue muy duro muchas veces. Mi marido viajaba bastante y yo lo era todo en la casa. Todo esto hizo que hasta que los hijos fueron mayores no pude ocuparme de mis aficiones culturales. Y hasta que me jubilé no pude dedicarme a ellas en profundidad.

Ahora estoy pluriempleada a menudo, con los nietos en el punto de mira y yo encantada con ellos. Pertenezco a varias asociaciones, escribo, a veces me coinciden varios actos pero estoy contenta y creo que mi padre estaría contento conmigo.

Por eso cuando vimos cumplido nuestro sueño de publicar los poemas de "Celda 42" nos sentimos orgullosas y creemos que nuestro padre, por fin, se habría sentido orgulloso de nosotras. Cuando Manuel Ballesteros dijo que había libros que empeoraban a los lectores y libros que mejoraban, y que "Celda 42" era de los que mejoraban y además recomendó a la gente que lo comprara y lo tuviera, sentí a mi padre a mi lado, envolviéndome en su cariño.

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