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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Desajuste repetido

El déficit recurrente, fruto de un mal presupuestado certamen cinematográfico

Comentábamos el otro día que unos operarios parecían haberse confundido al colocar un luminoso navideño y que en vez de Gijón, habían puesto "Jógin". La cosa era peor, estaba hecho a posta para conseguir un efecto simpático. Una desgraciada actuación sin gracia alguna, salvo dejar la huella de la falta de conocimiento de los irresponsables de los regocijos populares. Aunque hay cosas peores,

El certamen de cine viene costando unos cientos de miles de euros más de lo presupuestado desde hace unos años. El coste final viene a ser parecido, por lo que la desviación no tiene sentido. De nada vale la descabellada y falaz disculpa proporcionada por el concejal responsable del asunto, Jesús Martínez, de que, al celebrarse el evento en noviembre, los presupuestos ya están confeccionados y es difícil prever las desviaciones. ¡Caramba con la desviaciones! Si siempre viene a costar lo mismo, año tras año, no será la causa de la premura de tiempo sino la incompetencia de quienes presupuestan y de quienes gestionan el decadente certamen. Si los del moriyonato del FAC se tomasen en serio todo esto, a estas alturas ya se le había dado el cese al directorzuelo festivalero por pasarse inveteradamente de los números presupuestados y, en el mismo paquete, al gerente de la empresa pública y al concejal responsable. Pero hétenos aquí que se mantiene al cuitado sedicente experto director y se asciende al gerente a concejal presidente de Divertia y al anterior concejal-presidente se le hace portavoz. Quiere ello decir que la operación está consentida y perpetrada por la mismísima caritativa cirujana y que es un "modus operandi" llevado a cabo con todas las bendiciones del poder municipal, es decir, estamos ante un vulgar engaño a la ciudadanía, donde se le cuenta que el fiasco cinematográfico va a costarle al procomún una cosa y luego le sale por casi el duplo.

Por los más de ochocientos mil euros que nos cuesta lo que pretende ser un acontecimiento, y que se queda en una simple exhibición deslavazada de películas, sin ton ni son, pero sin intención alguna, por eso no sirve y sale tan caro: porque le falta sentido. La repercusión en los medios, incluso en los digitales menos vistos, ha sido de pena y no digamos en aquellos con un mínimo de prestigio. Disponer de esas cantidades para que hablemos de ello los de casa más que pena da un cierto asquito. Ochocientos mil tirados en un quiero, pero no puedo.

Si el nuevo concejal de Divertia tuviera un poco de vergüenza, fulminaría al actual equipo rector del festival llevado a la nada e intentaría empezar de cero. Pero para ello hay que saber cómo hacerlo y aquí da la sensación de que nadie con mando en plaza sabe cómo hacerlo, porque si lo supieran no tendrían a una medianía de incompetentes engañabobos al frente del espectáculo.

Tampoco vale aquí justificar el gasto con la afluencia de público local a las diversas proyecciones y otros eventos menores que se celebran bajo las siglas del FICX. Se cuenta hasta el último de los escolares arrastrados a alguna de las actividades. En fin, que tanto el ministerio estatal como la consejería regional correspondientes se han dado cuenta del fiasco y han cerrado el grifo vistos los niveles paupérrimos de calidad del certamen, lo que obliga a nuestro ayuntamiento a proveer con sus dineros estas carencias. De ahí parte de las desmesuradas y escandalosas desviaciones presupuestarias. Año tras año, el iluso director del evento proyecta para sus cuentas subvenciones o ayudas variadas que luego, visto lo zarrapastroso del montaje o la defectuosa tramitación, terminan por no llegar. Lo curioso es que un concejal tras otro y un par de gerentes han creído en los cuentos de la lechera de Carballo, el incompetente director, quizás presos en una telaraña de disculpas e incomprensibles balbuceos. Reconozcámoslo: el director del FICX no tiene ni idea de montar un certamen de cine y, salvo a emitir disculpas, no ha aprendido nada en los años que lleva, pero el desconocimiento y la ligereza de quienes están por encima de él alcanzan niveles inconmensurables.

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