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Profesor de Geografía e Historia

Victorias pírricas

Entre el mayor pluralismo y el peligro de la ingobernabilidad

El arco parlamentario ha quedado más colorido que nunca, pues de los cuatro principales partidos nacionales por primera vez el cuarto y sobre todo el tercero se acercan al primero y al segundo, por lo cual el bipartidismo típico de los últimos 35 años ha quedado difuminado. En cada elección los partidos tratan de buscar una lectura positiva para presentarse de algún modo como ganadores. El PP ha sido el más votado, el PSOE ha quedado por encima de Podemos, Podemos ha entrado con muchas decenas de diputados, Ciudadanos ha entrado con decenas de diputados. Si bien en estas elecciones por otra parte todos los partidos también han quedado heridos en determinado sentido, así el PP y el PSOE bajan bastante en votos y diputados, Podemos no ha conseguido sobrepasar al PSOE, Ciudadanos no ha conseguido sobrepasar a Podemos, y los peor parados han sido IU que en el ámbito nacional solo obtienen dos diputados y UPyD que baja del 1% de los votos, con lo cual el partido de Rosa Díez desaparece del parlamento nacional. Pero con un hemiciclo tan fragmentado la cuestión candente no es cuál es la minoría más votada, sino quién y cómo podrá gobernar, pues de 350 diputados, con más de 176 en contra sería muy difícil que pudiera aprobar leyes y presupuestos, y por tanto mantenerse varios años en el gobierno. También habrá quien diga que Bélgica o Italia han tenido muchos gobiernos cortos, o largos periodos sin gobierno y la administración ha seguido funcionando con relativa normalidad.

Claro que en la España actual la situación es más complicada, aun con el PIB creciendo por encima del 3%, pues con 4 millones de parados aún queda bastante recuperación económica por recorrer para salir de la crisis social, como coyuntura está planteado el desafío por los independentistas de la secesión unilateral de Cataluña, así como la regeneración democrática de los partidos frente a la corrupción. Y además tenemos grandes retos estructurales a medio plazo, y no por ello sin gravedad o urgencia, con la necesidad de un pacto educativo para desarrollar los itinerarios formativos y suprimir las reválidas redundantes, y otro por la sostenibilidad de las pensiones: de poco sirve prometer más, cuando se trata de edad media al morir y años cotizados. Como anécdota para estas fechas dicen que en algunas Cabalgatas de Reyes (¿o deberían ser "Cabalgatas republicanas"?) en barrios de Madrid contarán con Reinas Magas. A veces los sueños de la razón producen monstruos, decía Goya quizás influido por la crueldad de la revolución francesa -y guerras consiguientes- que predicaba la fraternidad. Ocurrencias como querer celebrar la Navidad como solsticio de invierno -que también es-, cuando está arraigado celebrarlo como la Nochebuena y día para cenar en familia. Van a tener complicada la paridad en las cabalgatas, como no pongan dos reyes y dos reinas, ¿y por qué hay dos reyes blancos y solo uno negro?, pues no es posible poner rey y medio y reina y media... la verdadera clave está en impulsar la igualdad de oportunidades según méritos, más que en gestos retóricos o rimbombantes.

Ya vemos que ni Asturias, gobernada por el PSOE con apoyo de Izquierda Unida, ni Gijón gobernada por Foro con apoyo del PP tendrán presupuesto nuevo para el próximo año 2016, ni por tanto podremos contar con grandes nuevas inversiones o gastos significativos y urgentes, aunque a lo largo del ejercicio se puedan intentar determinadas adecuaciones puntuales desde la prórroga presupuestaria. ¿En qué medida el presentar enmiendas a la totalidad de los presupuestos responde a la necesidad de cambiarlos radicalmente, o simplemente a la tentación partidista de llevar la contraria siempre en todo por sistema? El caso del "Plan de vías" en Gijón parece llamativo, enzarzados por trescientos metros acá o allá, y la estación intermodal de momento sin plazos ni presupuestos consolidados. Es cierto que Asturias, en la periferia geográfica, de comunicaciones, demográfica y de población activa necesita revulsivos para no quedarse en el vagón de cola en el tren europeo del siglo XXI. Deberían ir en la línea de distribuir los impuestos y priorizar los gastos para incentivar la economía eficiente y el empleo productivo, no como mero castigo a los ricos o reparto de subsidios buscando voto cautivo. Como situación interina en un año de transición puede resignarse, sin embargo estamos en el primer año postelectoral y ya se ve más inercia que rumbo, arduo camino iniciamos: no parece fructífero estar cuatro años seguidos prorrogando un presupuesto que se irá desfasando en determinados aspectos. Debemos avanzar más.

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