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Un belén muy gijonés

Los Hermanos de San Juan de Dios (hermanos del hacer el bien), una de las instituciones más queridas de todos los gijoneses, incluidos aquellos que miran para otra parte a la hora de reconocer la intensa labor de la Iglesia Católica en favor de los más necesitados, han echado el resto para ofrecer a todos los que quieren acercarse al Sanatorio Marítimo un Belén, dentro de su sencillez, monumental.

Siempre su belén, desde que vinieron a Gijón en 1945, ha sido uno de los más valorados, pero este año se han superado, lo que parecía un reto casi imposible. La ocasión lo merecía porque después de 70 años han sido galardonados con uno de los premios más prestigioso del Mundo: El Princesa de Asturias de la Concordia 2015, por su enorme labor asistencial con los más desfavorecidos; atiende los más de mil hermanos a 27 millones de personas. Dos de sus hospitales en África fueron los pioneros en la lucha contra la epidemia de ébola. En Gijón atienden a personas con discapacidad intelectual en tres áreas: educativa, residencial y ocupacional.

Con este Belén los hijos de San de Dios quieren agradecer a todos los gijoneses su ayuda y su estima. Antes de entrar en la zona del Belén, una pantalla de televisión ofrece a los visitantes el momento en que el Rey Felipe VI, en nombre de su hija la Princesa de Asturias, les concede el prestigioso galardón. Una vez dentro el visitante admira aquella obra de arte bíblico en la que nada falta ni nada sobra, allí están todos los protagonistas evangélicos y los que no desdicen de los tiempos en los que tuvo lugar el Nacimiento de Jesús en Belén. Un pueblo con sus vecinos en sus distintas labores cotidianas; con sus fuentes y con sus suaves montañas; el ir y venir por sus calles. Todo está orientado hacia el portal de Belén, especialmente las luces- una licencia tecnológica- con sus reflejos del anochecer y el amanecer, que con la música envolvente trasladan a los visitantes a los tiempos en los que se produjo el Misterio del Nacimiento. Llama la atención más que la inocencia de los niños, la emoción de los mayores, quienes con sus móviles quieren dejar constancia de su retorno por breves instantes, de su nostalgia. ¡Muchas gracias, hermanos del hacer el bien, por vuestro Belén!

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