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Crudas realidades

El cuento de Mari Castaña Grimm

Sobre la reciente comparecencia de la alcaldesa de Gijón en tribuna pública

Lo mejor del tiempo en el poder es que pasa y no se detiene, y que del político principiante y tímido/a puede hacer "audaz capitana", que de no levantar los ojos de la mesa y del papel al iniciar el camino, clava enseguida la vista en el más remoto firmamento, donde no ve más que su propia figura, ni escucha más que el eco de su palabra, sea propia o sea prestada... El estruendo del descorche del champagne hace olvidar los primeros brindis: ¡Por servir a Gijón cuelgo bata y bisturí!

Al audaz/a, que de ciudadano particular sin preparación política ni actividad social conocida, se lanza del hotelito familiar donde se habla en confianza, al "ágora" donde se trata de la cosa pública y donde lo particular cede a lo colectivo, y los intereses individuales se subordinan a los de la villa y donde el pueblo tiene derecho a oír la verdad, no le caben divagaciones? sobre honradeces "quien cobra por la exclusiva, no trabaja"; y como cuando se está en consulta, o en bata y bisturí, no está en la representación de la villa, no valer justificar las repetidas ausencias en actos oficiales, por natural modestia y dar paso a otras; y quien lamenta la obsesión de control, que es no facilitar información a la oposición, en otros, no excluye de un plumazo a la "leal" oposición del consejo de todas las empresas municipales cuando tuvo votos propios y otros bobos, como usted borró. Quizá por el principio aristotélico del buen gobierno, "En olla cerrada no entran moscas".

Cuando la persona pública comparece, o hace balance y expone proyectos, -máxime cuando se acaba de cerrar un mandato y se inicia otro-,? o cuenta cuentos de Andersen o los hermanos Grimm, ruta celestial del buñuelo de viento o discurre de alta filosofía como sobremesa de Navidad?

¡Qué peligro el de divagar sobre la cuerda floja! ¡Qué peligro el pretender adornarse con los florones de la proximidad, la honradez, la austeridad, y la eficacia, sin mostrar ni una prueba de ello! A eso se llama buñueleo.

Exponga, si quiere comparecer, como buena pintora de fachadas, sus obras, (sin olvidar el carril bici), sus quejas (sin olvidar al Principado), sus frustraciones (sin olvidar su desgobierno de vodevil), pero no confunda a la feligresía, dejando bajo todo lo que dice, la sospecha universal de ineficacia, amiguismo, corrupción. Sectarismo "en la casa ajena" y bondad y acierto en la propia. Buñuelo de las palabras vacías.

Si la señora anduviera por el barrio de la Arena, pongo por ejemplo, y por Menéndez Pelayo asomara a la mar, observaría, antes de cruzar la calzada, que a su derecha, o Este, queda el Somió señorial, donde reside, y a su izquierda, el Gijón Industrial, que tan olvidado tiene... y pito que le importa.

Existen, sí que existen, derecha e izquierda, como existen las ideologías. Incluso su buñuelo de viento audaz está cargado de ella; de la ideología de la "desideologización" que ya predicó, mire usted, el muy ultraderechista y señorial don Gonzalo Fernández de la Mora y Mon, también de la mano de Somió, donde los Mon tuvieron gran propiedad.

Charla de justificación, que deja al descubierto su adanismo político, de ahí los vaivenes, los enredos, las contradicciones de su "des-gobierno"?

"Fueyo, haga como yo; no se meta en política". Le dijo el viejo General-caudillo al pariente langreano del buen amigo Carlos Iglesias Fueyo, el gran filósofo y gastrónomo contemporáneo, que tanta familiaridad tuvo con uno de los "Bergareches" bilbaínos, dueños de cierto periódico de Gijón.

"Entrialgo, -le diría el General a la alcaldesa, si hubiera podido seguir su intervención, usando el segundo apellido, antigua costumbre cuartelera-, haga como yo; no se meta en política".

O si se mete, cuente la verdad, de cómo, con quién y para quién o quiénes, gobierna; no oculte el nombre de su "pescador" que solo a "medias" pudo sacarla del quirófano, para meterla en el cesto de sus trofeos? Y deje de contar angelicalmente su Grimm de Navidad... Que todos nos conocemos.

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