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De cine

El recuerdo imborrable de las antiguas salas de proyección

Aunque hace tiempo que aparqué mi afición de ir al cine, que no al cine (la última vez que fui a los Yelmo al salir, lloviendo y aterido, me sentí como aislado hasta que llegó el taxi) fueron muchos años, sábados y domingos y fiestas de guardar, de estrenos en el María Cristina, Hernán Cortés, Jovellanos, Robledo, Arango y de "arte y ensayo" en el Brisamar. Días pasados el periodista, productor y buen amigo Nacho Artime me comentaba su última aventura... aventura que no es otra que abrir en su Luanco natal dos salas de cine, a la antigua usanza pero con la tecnología actual, que llevarán por nombre "Cines Berlanga". Coño, qué buena idea y qué bueno sería para Gijón un proyecto así, en el centro, con portero, acomodadores, ambigú (sin palomitas que dan tufu, eso sí) y con caramelero como en los tiempos pretéritos. El cine y los salones de limpiabotas son dos notables ausencias del "progreso". ¡Vaya que sí!

P. D.: En ciudades con preciosa playa, también, como San Sebastián y Biarritz, hay un tiovivo de época permanente. ¿Por qué no aquí?

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