La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Creación y vigilias

El futuro cultural de la antigua Fábrica de Tabacos de Gijón

Pechos, pubis, penes y otras curvas de mármol han sido burdamente camufladas a la vista del presidente de Irán, Hasan Rohani, durante su visita a Roma, en una inaudita reinterpretación del protocolo internacional que tuvo como víctima el arte italiano para evitar que escandalizara al mandatario iraní, inmutable, sin embargo, al presente continuo de ahorcamiento de menores en su país, lapidación de mujeres, flagelación y amputación en plazas públicas o restricciones de la libertad de expresión, asociación y reunión así como las garantías mínimas procesales.

No, a Rohani lo que de verdad le perturba es un pecho, un pecho desnudo esculpido en piedra y más todavía si lo ha sido con tal maestría y potencial expresivo que toda una sociedad lo ha identificado ya como patrimonio cultural propio, catalogado y mostrado en sus escuelas.

Mientras a duras penas digiero este sueño de la razón en pleno siglo XXI, recalo en el debate local acerca de la rehabilitación y futuros usos de la que fue Fábrica de Tabacos, un edificio tan gijonés, tan en la Cimavilla almendra de nuestro corazón como ciudad que el mero hecho del anuncio de su rescate ya es, en sí mismo, una excelente noticia.

El equipo de gobierno municipal planea para estas instalaciones -cuyas paredes, si pudieran hablar, contarían buena parte y a su manera la moderna historia local- en primer lugar, una rehabilitación integral para, a posteriori, dedicar sus locales a acoger un museo de la historia de Gijón y un espacio de creación cultural; esto último, contado sin muchas más concreciones.

A mí todo me suena a gloria, más el espacio segundo que el museo primero porque, les soy franca, a estas alturas de mi vida y experiencia profesional, fundamentalmente como educadora de personas con potencial creativo, prefiero los laboratorios de ideas que las naturalezas muertas con paneles explicativos. Así que, como primer mensaje al gobierno local, adelante con esa obra, que lleva sus tiempos y dineros, y mientras tanto se puede afinar aún más con el asunto de los usos culturales porque es evidente que eso hay que afinarlo bien y la mejor forma de hacerlo es escuchar a los creadores locales.

Artistas plásticos, músicos, teatreros? tienen que dejar oír su voz en este asunto porque quizás el futuro equipamiento urbano no pueda obrar el milagro de satisfacer las necesidades de tantos pero al menos ha de ser un espacio que todos sientan como propio, un lugar de tránsito regular para todo aquel que contribuya a hacer cultura o quiera sumergirse en ella.

Lo digo porque ejemplos tenemos muy próximos de equipamientos que se han querido colocar tan en la vanguardia que han acabado por salirse del espectro de lo comprensible y se han convertido en extranjeros en casa con gran dolor del uno y los otros. Es el caso de Laboral Centro de Arte que acaba de hacer pública la noticia de que deja desierta su plaza de dirección de actividades porque ninguna de las sesenta y ocho candidaturas llegadas de toda España satisface al comité de selección. Volverá a reabrirse el proceso aunque no sé quién se atreverá a concurrir a una plaza con semejante nivel de exigencia.

A veces pienso que nos ponemos estupendos con la cultura, todo lo estupendos que no lo hacemos con quienes aspiran, por ejemplo, a asumir el complejo cometido de gobernarnos, a esos se lo ponemos de un fácil que se nos cuela cualquier petimetre. Y los creadores de cultura sólo piden libertad sin hambre para crear, sólo eso piden, con el orden justo y necesario para que nadie se haga un siete en el intento.

Por eso me gustan esas gentes, por lo poco que piden y lo mucho que nos dan. Ah, y porque son los únicos que escandalizan a quienes duermen imperturbables mientras, dentro de sus fronteras, les llega el alba en aterrorizada vigilia a los condenados a muerte.

Compartir el artículo

stats