Los datos de la EPA del cuarto trimestre de 2015 en Asturias pintan un panorama desolador, propio de un sistema económico regional agotado que persiste en una crisis que, en muchos puntos de España, empieza a verse por el retrovisor. Ante una bajada del paro en nuestra región del 2,7%, frente al descenso del 12,4% a nivel nacional, y ante el estancamiento del número de ocupados en nuestra tierra, el gobierno socialista asturiano sigue enfrascado en amarrar poder a costa de profundizar en los problemas que han convertido a Asturias en la tierra de la depresión perpetua.
Esto es lo que el reducto del socialismo de Villa y Areces, ahora sin Villa, ha logrado. Estos datos son la suma de una reconversión pospuesta y de los alardes faraónicos a cuenta de los fondos que venían de Europa. El único resultado posible para esa Asturias que se olvidó de la productividad, mientras con una mano repartía prejubilaciones y con la otra firmaba una renta mínima que hoy consume ciento un millones de euros cuando, hace apenas diez años, solo consumía diez. Por ello, es ahora cuando muchos asturianos se dan cuenta de que para comprar la paz de los sindicatos y el confort de la burocracia, nuestro gobierno regional ha hipotecado el futuro de las generaciones venideras.
Sin embargo, todavía nos queda tiempo. Tiempo para equiparar nuestros impuestos al del resto de la España sensata, eliminando el de Sucesiones y el reformulado "Céntimo Sanitario". Tiempo para reformar nuestras políticas sociales para que puedan llamarse como tales, sin impedir que frenen la empleabilidad y sean una red para sostener a aquellos que más lo necesitan. Tiempo para replantear un modelo económico que premie el esfuerzo y la innovación frente al monopolio empresarial público que se mantiene a costa del dinero del contribuyente. Tiempo, en definitiva, para hacer que Asturias vuelva a ser una tierra de oportunidades.
