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El cuento de nunca acabar

La corrupción como arma arrojadiza que impide llegar a acuerdos de gobierno en un momento crucial

Alguien me pidió que dedicase un artículo a la corrupción en las filas del Partido Popular pero es algo que me parece innecesario. Primero porque se está hablando de ello todos los días en los medios de comunicación y porque como la corrupción está tan generalizada y lo ha estado siempre a lo largo de nuestra historia, no hace falta más que resaltar que es un hecho endémico. Incluso nuestra ínclita Reina Regente María Cristina de Hagsburgo parece ser que estaba metida en chanchullos y amasó una fortuna de millones. Una de las épocas más corruptas de la historia de España fue durante el reinado de Felipe III, que se dedicó a vivir bien y dejar lo demás en las manos de sus validos. Parece ser que esta época gana a todas en casos de corrupción, pero yo me inclino a creer que hay más información y más gente sin escrúpulos que se dedica a denunciar a los demás, muchas veces sin pruebas, pero déjalo caer que algo quedará. Por eso ahora hay miles de imputados pero menos condenados y eso nos hace dudar de todo. Para contentar a la amable lectora que me pide que hable de la corrupción del PP, voy a hacerlo comparando al PP y al PSOE, los dos antiguos grandes partidos, para que vea que desgraciadamente debemos dejar la corrupción a un lado, porque la mayor parte de nuestros dirigentes están pringados.

Recordemos los casos Flick y Filesa, del PSOE; los casos Villalonga y Zamora, del PP; los casos Roldán y Kio, del PSOE; los casos Gürtel y Baleares, del PP; los casos Ave y Expo, del PSOE ; casos en Valencia, del PP o las tarjetas opacas de Caja Madrid con Rato y compañía, del mismo partido; Caso Banesto y GAL, del PSOE; caso Bárcenas, del PP; los casos Bono y Pepiño Blanco, del PSOE; la supuesta financiación ilegal del PP; los ERE de Andalucía, del PSOE...

Hay muchísimos más pero sería como enumerar una guía de teléfonos. De estos casos algunos implicados están felices y contentos sin que les haya condenado. Por ejemplo el caso Marea, en Asturias. Riopedre o Villa, en Asturias, en donde se cambian jueces sin pudor o se aceptan raras enfermedades para que un imputado no declare, siguen en la calle. Hay otros que tienen peor suerte o que se llevan lo que merecen, pero existe una tónica general y es que nadie devuelve el dinero que al fin y a la postre es lo que nos interesa a los españoles porque una vez haber establecido que la corrupción está inmersa en nuestros genes lo que teníamos que intentar es que no se gasten nuestros dineros. A la cárcel hasta que lo devuelvan. Por eso cuando oyes a un político decir "no, yo con ése no pacto, no me uno y ni le hablo porque es un corrupto", casi me entra la risa porque es un sin sentido cuando tu partido está igual que el otro. Mi consejo es dejar a un lado ese tema que, desde luego, es importantísimo, y que sigan los juicios. Hay que dar a los jueces los medios necesarios y apoyar a la Justicia en su trabajo, a ser posible sin filtraciones a la prensa que entorpecen un resultado justo, rápido y claro.

Pero los ciudadanos tenemos derecho a que salga un gobierno medianamente armónico, que intente estar de acuerdo en lo esencial: la unidad de España, la enseñanza al alcance de todos (pero no una enseñanza partidista y mediatizada, sino una enseñanza en la que los profesores puedan trabajar tranquilos, sin tener que hacer programaciones diferentes y absurdas cada dos por tres. Con menos papeleo, más ayuda para acudir a cursillos, menos dejar que alumnos y padres tengan la última palabra porque los profesores son los que están preparados para enseñar y los alumnos para aprender). Una sanidad eficiente que en líneas generales es lo que mejor funciona, a mi parecer.

Por eso, el que se niegue a pactar, fuera. El que quiera pactar con los separatistas o herederos de terroristas, fuera. Los amantes de gobiernos injustos e ineficaces como Venezuela o Irán, fuera.

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