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Crítica / Música | Musicólogo

OSPA, de menos a más

La Sinfónica ofrece un recital en el que priman el orden y el equilibrio

La OSPA ha empezado el año con una intensa actividad en la ciudad. Son numerosos los conciertos programados para estas semanas en el Teatro Jovellanos, y parece que la asiduidad crea afición, porque la impresión fue que la afluencia de público el pasado jueves era significativamente mayor que en otras ocasiones. Bajo la batuta de Perry So, la orquesta afrontó un programa con estructura cronológica que partió de la formación reducida característica del final del Barroco y terminó con gran orquesta para abordar la tercera sinfonía de Beethoven. Un recorrido por el Clasicismo de principio a fin con el que pudimos comprobar la evolución del lenguaje musical europeo a lo largo del siglo XVIII.

No es habitual encontrar a Rameau en los programas sinfónicos, pero la OSPA demostró su versatilidad con la suite "Les Boréades" de este compositor. Los primeros compases marcaron la pauta del estilo francés con un ritmo saccade lleno de ímpetu y vigor con refuerzo de percusión. La melodía se imponía a la superposición de texturas y en los sucesivos números de danza se alternaron los pulsos marcados con los pasajes líricos, todo con un aire elegante y equilibrado propio del Preclasicismo.

Los efectivos de la orquesta se incrementaron para el "Concierto para oboe en do mayor" de Haydn, todo un ejercicio de Clasicismo. El Haydn más clásico puede resultar plano, aséptico, incluso aburrido; sin embargo, la batuta de Perry So supo dar vida a las melodías y sentido a los diálogos entre solista y orquesta con un buen manejo de la dinámica. Juan A. Ferriol, por su parte, dio una clase magistral de expresividad al oboe, imprimiendo carácter a los fraseos y luciéndose en los desarrollos temáticos. Todo fluía como es debido, pero además con voluntad expresiva. La propina fue un soplo de sentimiento; Ferriol eligió el "Oblivion" de Astor Piazzolla y la emoción invadió el Jovellanos, que despidió la primera parte con una cerrada ovación.

Con la orquesta al completo, llegó la "Sinfonía nº 3" de Beethoven, la llamada "Heroica" por estar dedicada originalmente a Napoleón. Estrenada en 1804, es tomada como referencia por muchos para marcar el paso del Clasicismo al Romanticismo. En efecto, Beethoven rompe con el lenguaje y la estructura clásica para dar rienda suelta a una expresividad que será característica de su sello personal: ímpetu marcial en los temas, prolongados crescendos que incrementan la tensión hasta límites insospechados y una carga dramática que invade cada pasaje. Perry So se empleó a fondo para hacer brillar esta obra, y lo consiguió. La marcha fúnebre tuvo pasajes sublimes, cargados de dolor, con el protagonismo de las notas graves y la densidad de la textura orquestal. Esta atmósfera que se rompió súbitamente con el nerviosismo del tercer movimiento y derivó en una mezcla de sensaciones con los pasajes contrastantes del cuarto. La cadencia final es puro Beethoven, una catarsis bien preparada que inevitablemente empuja al público a la ovación. La del jueves fue más que merecida para la OSPA, y se prolongó quizás más de lo habitual. Sin duda, la coherencia y la buena organización del programa también contribuyeron a este reconocimiento.

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