La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cutrelux

Realidades que superan la ficción: la deuda del FICX con una de sus creadoras galardonadas

¿Qué son 150 euros en un presupuesto de 485.000 que finalmente se ejecuta en 864.000? Parece una pregunta de cálculo de porcentajes en un examen de Matemáticas de la ESO pero es en realidad la representación económica del presupuesto inicial y el coste final de la última edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, en el caso de las dos cifras más abultadas y, por lo que se refiere a los 150 euros que menciono al inicio, una de las deudas que el certamen arrastra con pertinaz resistencia y que ha sido contraída con la ganadora de uno de los premios incluidos en su palmarés.

Por si el hecho de convocar un premio con dotación económica, fallarlo y no pagarlo no fuera ya, por definición, una las más cutres variaciones en el desprecio a los creadores de cultura, les cuento que se trata de una deuda añeja, con dos ediciones de antigüedad, es decir, que en realidad se corresponde a la edición de 2014, cuyo ejercicio económico se cerró sin saldarla, al igual que el del 2015, y no porque la ganadora, superando la vergüenza ajena que el asunto le provocaba, no la reclamara con insistencia.

Ella es la fotoperiodista gijonesa Mercedes Menéndez, cuya obra "No storyboard film" se hizo merecedora del premio del público en el Filmo 2014, certamen en el marco del FICXixón para cine realizado con dispositivos móviles, también denominado "cine de bolsillo". Un concurso organizado por el propio FICX en colaboración con LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, que se estrenaba en 2014 y se presentaba como una apuesta por el cine experimental y una declaración de intenciones de prolongar todo el año la actividad cinéfila en la ciudad. De hecho, Filmo 2015 está a punto de fallarse y será previsiblemente en marzo cuando se exhiban las obras ganadoras, al igual que el año pasado ocurrió con la que protagoniza esta historia de despropósitos.

Mercedes Menéndez comprobó con asombro que, una vez finalizados los actos públicos de reconocimiento y proyección de su obra, pasaba el tiempo y el cheque no llegaba ni siquiera un amago de intención de pago, ni una disculpa. Los meses volaron, llegó una nueva edición del festival gijonés y nuestra protagonista, que trabaja como freelance, se acreditó como fotoperiodista en el certamen, para lo cual hubo de abonar treinta euros a la organización. Sí, lo que leen, acreditarse para cubrir informativamente el festival está sujeto a tarifa y, sí, en esas paradojas que tiene la sufrida vida del profesional discreto, la acreedora debía pagar al deudor.

Menéndez aprovechó la ocasión, no sin rubor, para recordar a la dirección del festival que aún no había percibido la cuantía económica del premio. La indiferencia ante tan justa petición fue tan palpable que entre los compañeros de profesión de la gijonesa se llegó a barruntar un plante y hasta la atolondrada pero caritativa idea de que a la compañera se le canjease el premio por el importe de la acreditación junto con bonos de menú, de uso habitual en el festival. A estas alturas, nuestra protagonista estaba embargada por el bochorno y se sentía una sin papeles de la industria celuloide, mientras el certamen incurría en gastos que casi duplicaron su presupuesto inicial aunque ninguna partida fue para cancelar la deuda.

Hasta el día de hoy, en que les resumo con enojo un asunto que he seguido de cerca, Mercedes Menéndez ha intentado infructuosamente -casi como cuestión de honor y justicia cósmica- percibir la dotación del premio. En contacto con las respectivas gerencias del Teatro Jovellanos y LABoral Centro de Arte, le consta que éstas apremiaron a la organización del festival de cine para que se cancelase la deuda pero después de falsas promesas y dilaciones, la última misiva fue una disculpa: "nos hemos quedado sin fondos". Vuelta a la casilla de salida.

Sin duda, hacer un buen festival cuesta dinero, es una premisa que hemos de aceptar en nuestra ciudad y entender que quizás habremos de dotar a nuestro certamen de mayor presupuesto. Bienvenido sea ese debate. Lo que no es aceptable desde ningún punto de vista son estas maneras con los creadores jóvenes o locales. Lo dicen todo. Es el punto de encuentro entre la pretensión de vanguardia y la cutrez incontenida. Cuando eso ocurre, siempre brilla la última.

Compartir el artículo

stats