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Nadando a contracorriente

Parece ser que nos quitan los circos con animales. Ay, de aquel esperado desfile por el paseo del Muro del Gran Circo americano, el coloso a tres pistas, o del Krone, o del Monumental de Feijoo y Castilla... Caballos empenachados, elefantes engalanados, jirafas, carromatos abiertos con tigres, leones y panteras, avestruces, cocodrilos, chimpancés y dromedarios.

Así son las cosas: el que quiere ver animales que se vaya a un zoo o que se baje a la playa de San Lorenzo o acuda a cafeterías con mascotas y se embriague de perros y más perros. Esti anu de los toros ibramos (qué terco, por cierto, al igual que correcto, el veterinario de Xixión Sí Puede); y del Hípico me da que también (y mira que al caballo de alta competición se le exige y no se le pregunta si quiere estar en el campo pastando y sin entrenar ni ser domado).

Poco a poco nos van prohibiendo cosas y nosotros, los ciudadanos, a obedecer. Si algún día fuese alcalde -algo imposible pues no encajo en los perfiles de las "familias" políticas al uso- volverían los circos con animales, tendríamos en Gijón el mejor zoo de España, los perros y mascotas no pisarían la playa ni de coña (habilitaría, eso sí, zonas de cháchara para chuchos y simpatizantes), y los toros se seguirían celebrando en El Bibio, vaya que sí.

Y hasta, si hubiera perres, pondría un delfinario. Tan claro como que nado a contracorriente.

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