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Mi abuelo

Cuando era pequeño, mi abuelo Manuel me enseñaba las letras en el ABC y los domingos, tras la misa en San Pedro, me llevaba hasta la "Punta Liquerique" y me compraba el Pumby en los Jardines de la Reina. Gracias a mi abuelo conocí las exposiciones de pintura y me aficioné a la banda de música. Un día me llevó, en jardinera, a los toros, y coño, como me pasó con el futbol, engolosiné para siempre.

Hace poco, fui convocado por la alcaldía a un "comité de expertos"? se abrió ante los presentes el pliego de condiciones y dado que el representante de Xixón Sí Puede es confeso antitaurino puso palos a la impoluta rueda taurina alegando que el toreo no es igual, en cuanto a escalafón, a pie que a caballo. Bien, una vez aprobado por mayoría, "la conceyala" Nuria impugna, "con la esperanza de que no haya toros", asesorada por el veterinario antitaurino, lo allí acordado. Es obvio que de una tacada se saltan el acuerdo del Pleno que dio el sí a los toros y a la opinión mayoritaria de los expertos convocados. A mí en el fondo me alegra que la gente se quite las máscaras y que manifieste a las claras que la democracia no es lo suyo, pues antes al contrario, se creen que las cosas se hacen por pelotas totalitarias.

¿Sabes, abuelo? No me convertiste en un asesino porque me gusten los toros, ni amé la pintura y me apasioné por leer, ¡qué va! Lejos de ello, te estaré eternamente agradecido y te juro que lucharé para que estos intolerantes con esa llingua impostada no nos impongan absolutamente nada. Te aseguro que no pasarán.

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