El precio de los terrenos de Castiello y Cabueñes pagado en días de vino rosa llegó a ser cincuenta y ocho veces superior a su valor actual, desplomado por la anulación del Plan General de Gijón. El daño causado a los promotores y constructores que se metieron en aquel barullo es enorme. La crisis y las decisiones judiciales han tirado por tierra hasta el punto de llevar a la ruina a muchas firmas. Los terrenos del rural gijonés se han desplomado, pero qué decir de los precios de viviendas propiedad de pequeños ahorradores que pagaron diez por su piso y a lo mejor tienen que venderlo por cuatro. El mundo de la construcción en Gijón se ha llevado un doble golpazo. Los buenos años lo fueron de verdad, pero más allá de ruinas concretas hay que ir hasta la pérdida de miles de empleos y hasta la pérdida de los pequeños propietarios a quienes el catastro valora sus propiedades por encima del mercado. Y se queda tan pancho.
