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Autovictorias

La visita a Gijón del youtuber y deportista - de aventura Valentí Sanjuan y la idea de vida como reto

Un querido amigo ajeno a la causa futbolera me decía el domingo pasado: "A ver si lo he entendido, ¿estáis celebrando que sois los últimos de Primera?". Exacto, le explicaba yo, mientras el segundo por arriba puede que esté ahora mismo mordiendo el polvo, para nosotros quedar por encima de la nota de corte lo es todo. Conste que a mí la querencia me viene fundamentalmente por los corazones rojiblancos con los que comparto techo pero, además, me conmueve ver mi ciudad tan feliz y soy consciente de lo que estar en Primera significa para la marca Gijón y la economía local.

En realidad, traigo el asunto a colación porque es un magnífico ejemplo de lo relativas que son las victorias, incluso las aparentemente absolutas; todas son proporcionales al ejercicio de superación que contienen. En otras palabras -y volviendo al ejemplo del Sporting- es posible que su permanencia sea una gesta mayor de lo que es para los grandes ganar una liga, aunque cope muchos menos titulares.

Pero de quien quiero hablarles hoy es de un joven catalán de 34 años, Valentí Sanjuan, del cual ni ustedes ni yo teníamos noticia hasta que ha pasado por Gijón como una exhalación para presentar su nuevo libro "Vivir es la polla" y el documental en el que resume su experiencia personal y colectiva en la Titan Desert, una carrera ciclista de 650 kilómetros en seis días por el desierto marroquí. Podríamos etiquetarlo como deporte de aventura pero pone a los participantes en una situación tan extrema de exigencia física en condiciones épicas, basculando entre la soledad absoluta y la estrecha convivencia con el otro -para socorrerle o recibir apoyo-, que al cabo de los seis días y noches, la mirada de cada cual sobre el mundo y sobre sí mismo ha cambiado para siempre; cada uno regresa a casa con una íntima e intransferible victoria.

Valentí Sanjuan ha participado en los triatlones Ironman de Lanzarote, Ultraman de País de Gales o Epic 5 de Hawai, la Mongolia Bike Challenge, el Marathon des Sables de Marruecos, el Camino de Santiago? y sus encuentros, descubrimientos, sufrires y pensares de cada día de reto los ha ido desgranando a través de su canal de YouTube "La vida no espera", con cientos de miles de seguidores. Porque, sí, el muchacho es youtuber, dedicación que por el momento no cuenta con titulación oficial pero cuya reválida diaria se traduce en captación de seguidores, likes, visualizaciones de vídeos e interés de patrocinadores. Aprueba todos los días; visiten el canal y entenderán por qué.

Y el por qué está en relación, no tanto con lo que hace como con la manera en la que lo vive y hace vivir a quien asiste a su insaciable búsqueda de experiencias y personas, a la vez que su capacidad de parar el tiempo con cada una de ellas dándole a la vida una dimensión elástica y una intensidad emocional que choca con el fragor cotidiano del que somos rehenes. Él también lo fue de alguna forma, en una vida anterior de la que fue expulsado como de un paraíso, humillado y culpable. Perdió a su madre por un cáncer fulminante y luego, en una de esas cuestas abajo que la vida orquesta a traición, su trabajo como periodista en Catalunya Radio, su empresa, amigos, amor?

De aquellas cenizas surgió este joven de sonrisa perenne, verbo rápido, optimismo tumbativo y cierta vis cómica, pausadamente acelerado, permanentemente agradecido y curtido en la batalla de hacer de la adversidad una herramienta para conocerse a sí mismo y descubrir que la vida es, en efecto, la polla.

Curiosamente, una de las personas que mencionó en su concurrida presentación gijonesa, en el Centro Municipal Pumarín Gijón-Sur -organizada por la start up de eventos Punta de Iceberg- fue a Luis Enrique del que, según confesó, admira su excepcional capacidad de sacrificio y al que sus allegados conocen también su afición al deporte de aventura.

Al final, Valentí Sanjuan se fue en su furgo como tratando de estirar la jornada, dejando la impresión de que, a base de quedarle pequeño el mundo, le da diariamente una vuelta completa y llega a tiempo para tomarse un café y contar su diaria autovictoria.

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