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La esquina

Los colores del manto de canela

Pasados unos minutos de las dos de la tarde de un miércoles primaveral, tras los más de tres litros de lluvia caídos, el manto de canela de San Lorenzo aparecía sin apenas pisadas y con varios matices en su color. La bajamar resultaba, pues, espléndida para los escasos viandantes que usaban el Muro para sus desplazamientos urbanos. A la vista de aquella magnífica vista bien se pudo pensar si los matices en los colores canela de ese bendito suelo eran o no buena señal, si indicaban cambios en las mareas o avisaban de daños por este o aquel dique. Todo indicaba, sin embargo, que eran fruto de las tareas de la naturaleza marina, ajena a los estudios o dictámenes a los que tan aficionados se muestran en los últimos tiempos los responsables locales y regionales. A primera hora de la tarde de un miércoles primaveral y, por tanto, revuelto, la primera conclusión es que al manto de canela hay que dejarlo a su aire, tranquilo.

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